…Unges mi cabeza con aceite… Salmos 23:5
Me llamó la atención lo que David dijo en este versículo. Primero, debemos recordar que David era pastor antes de ser rey y conocía todo sobre las ovejas.
En el pasado, el pastor tenía que tener un cuidado muy grande con las ovejas, pues, en el desierto árido y seco, los insectos y las moscas atormentaban a las ovejas todo el tiempo, a veces, buscaban en la mucosa de sus narinas la humedad, y allí depositaban sus huevos que enseguida criaban larvas. Cuando eso sucedía, las pobrecitas ovejas quedaban atormentadas, corriendo de un lado a otro, sacudiendo sus cabezas, intentando librarse de esa incomodidad provocada por las moscas.
Dicen que cuando eso sucedía, estas quedaban muy débiles e incluso depresivas, algunas incluso se mataban golpeando sus cabezas sobre las piedras o los árboles con el objetivo de librarse de las larvas. Para ayudar a las ovejas, los pastores las ungían en la cabeza, pues el aceite era usado como repelente para alejar a los insectos.
El diablo quiere depositar sus larvas en nuestra cabeza, quiere atormentarnos para llevarnos a la desesperación. Hoy en día, vemos personas atormentadas por el diablo, que ronda sus mentes con pensamientos y dudas que las dejan desanimadas, débiles, abatidas y con miedo. Algunas incluso se matan, todo porque les falta la unción del Espíritu Santo en sus vidas.
Sabemos que ese aceite no es solo el aceite físico, sino el bautismo con el Espíritu Santo, el nuevo nacimiento. Cuando recibimos el Espíritu Santo, entonces, tenemos el repelente que nos protege. El mal puede incluso querer venir, pero no permanece, pues estamos con el Aceite que lo aleja.
… pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. 1 Juan 5:18
Colaboró: Pastor Luis Marcelo da Silva