Usó su fe y el cáncer de útero desapareció
Roxana: “Busqué ayuda en los médicos porque estaba muy enferma, tenía hemorragias y a raíz de eso sufría con mucho dolor en la espalda, en el estómago, los ovarios y las piernas. Los doctores me hicieron una ecografía y me detectaron unas manchas en el útero, me dijeron que se trataba de un principio de cáncer.
Escuché hablar de la Hoguera Santa del Templo de Salomón e hice una prueba con Dios por mi sanidad. A la semana siguiente fui al médico, me hicieron una nueva ecografía y constataron que no había absolutamente nada. El cáncer se había ido, las hemorragias y los dolores también”.
De una vida limitada a una empresaria exitosa
Martha: “Mi mayor problema era económico, eso afectaba otras áreas de mi vida. Al participar de las reuniones mi entendimiento se fue abriendo, amplié mi visión y entendí que debía sacrificar por lo que yo quería. Tuve oportunidades de materializar mi fe y Dios siempre respondió mis pedidos, conquisté mi propio negocio, me desempeño como diseñadora, decoro casas y departamentos, y mi negocio fue creciendo. Al tiempo quise algo más grande, por esa razón sacrifiqué en la Hoguera Santa del Templo de Salomón y Dios me respondió. Uno de mis proyectos era decorar un hotel y así sucedió, presenté mi presupuesto y cerré un contrato millonario. El Altar es una oportunidad, cada sacrificio que yo presento allí trae la respuesta”.
Era imposible, pero cobró un juicio millonario
Héctor: “Trabajaba vendiendo café y pan casero, comencé a concurrir a las reuniones de la Universal y participé de mi primera Hoguera Santa en el Templo de Salomón. Yo tenía un juicio trabado, entonces me arrodillé con el sobre en la mano y le pedí a Dios que destrabara mi juicio y que quería cobrar más dinero. Al otro día me llamó mi abogado para decirme que el juicio había salido y que iba a cobrar una cifra fuera de lo normal. Era una suma de 3.8 millones fuera de los descuentos. Me compré un auto, una casa hermosa y estoy desarrollando un emprendimiento grande porque las puertas se abrieron. No fue suerte, fue el propio Dios obrando”.
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