Sobrellevar con la pérdida de un amigo cercano o un familiar podría ser uno de los mayores retos que podemos enfrentar. La muerte de la pareja, un hermano o un padre puede causar un dolor especialmente profundo. Podemos ver la pérdida como una parte natural de la vida, pero aún así puede embargar el golpe y la confusión, lo que puede dar lugar a largos períodos de tristeza y depresión. Fue lo que sucedió con María Cerri.
Toda su vida tuvo problemas respiratorios, asmática desde nacimiento siempre sufría con crisis que la hacían tener que permanecer internada y usaba continuamente un broncodilatador. A raíz de esas enfermedades comenzó a deprimirse. “Veía que todos llevaban una vida normal y yo no podía, vivía usando el puff”, recuerda.
Con el tiempo su corazón comenzó a crecer, era un problema hereditario, sus padres lo padecieron y uno de sus hermanos murió debido al mismo problema. A esto se le sumaron úlceras gástricas por la medicación fuerte que debía tomar. “Mi casa era una farmacia, terminé sangrando por todos los remedios que tenía que tomar”.
Por último, la muerte de su hijo mayor la hizo caer en un pozo depresivo durante tres años, en esos momentos intento tres veces suicidarse. Como se consideraba atea, no creía que hubiera otra manera de terminar con su sufrimiento. Sin embargo, conoció la Universal cuando ya había tocado fondo y decidió buscar la ayuda del Dios de los Casos Imposibles. Para su sorpresa, había una salida.
“Participé de las reuniones y superé el dolor de la pérdida de mi hijo, ya no pensaba en suicidarme y comencé a luchar por mi sanidad. Aprendí a creer y confiar en Dios y participé de la Hoguera Santa, entonces fui sanada completamente y obtuve otras bendiciones. Ahora sé que hay un Dios Vivo que obra en la vida de quienes Lo buscan”.
Ella concurre a la Universal de Morón en Av. Rivadavia 17.551.