Beatriz Ruiz: “Escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios me dio una nueva vida. Recibir el Espíritu Santo fue una experiencia inigualable.
Desde chica sufrí con dolores de cabeza, eran tan fuertes que me golpeaba la cabeza contra la pared, tomé tranquilizantes por años, además tenía pesadillas, soñaba que me clavaban un cuchillo y me despertaba llorando. Cuando me casé encontraba trabajos en la puerta de mi casa, todo con la intención de separarme de mi esposo. En ese tiempo perdí tres embarazos, anhelábamos tener hijos, hacía tratamientos para poder tener un bebé y hasta pensamos en adoptar, era muy triste todo lo que nos pasaba. Finalmente tuve tres hijos pero con embarazos muy complicados.
El tiempo pasó y a raíz de otro trabajo de brujería casi muero, sentí como si me hubiera bajado la presión, mi esposo me llevó de urgencia a la clínica. Se me dormía la lengua, estaba muriendo. Recuerdo que en una camilla mi cuerpo saltaba, me medicaron, en ese episodio perdí parte la memoria porque le faltó irrigación al cerebro. A partir de ese momento me descompensaba y no sabía qué hacer, tenía miedo de morir y no podía hacer nada. Visité 22 médicos y especialistas, pero no había un diagnóstico certero.
Después comencé con hemorragias, era cáncer de útero y me tenían que hacer una histerectomía. Los médicos detectaron que tenía diabetes también. Además, comencé a consultar a brujos y parapsicólogos por los problemas económicos y porque mi familia sufría con trastornos espirituales, pero estábamos cada vez peor. Malvendimos la casa y nos vinimos a vivir a Buenos Aires.
Vi la programación de la Universal y con mi familia nos acercamos y comenzamos a liberarnos de todo lo que nos afectaba, no fue sencillo pero nos entregamos a Dios por completo para tener una nueva vida. Fui sanada, mi matrimonio fue restaurado porque antes discutíamos por los problemas económicos y fuimos avanzando en todas las áreas.
Recuerdo que mientras estábamos en etapa de liberación, yo determiné que toda la familia iba a recibir el Espíritu Santo y así sucedió. Al tiempo nacimos de Dios y pasamos a servirlo. Recibir el Espíritu de Dios fue maravilloso, es algo que no se puede explicar. El Ayuno de Daniel me ayudó mucho porque me sirvió para fortalecerme interiormente y renovarme para ayudar a aquellos que pasan por situaciones similares a las que yo pasé. Si estamos determinados a estar en comunión con Dios el cambio comienza por dentro, así crecemos espiritualmente en cada edición del Ayuno de Daniel”.
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