Viviana conoció el trabajo de la IURD en el penal de mujeres de Ezeiza. Conozca su historia de vida: “Antes de conocer a Dios, mi vida estaba destruida. Iba a consultar a brujos, buscando una solución para mis problemas, pero, lejos de mejorar, las cosas empeoraron.
Me separé de mi pareja, perdí todo, tuve que salir a trabajar y dejar a mi hija al cuidado de mi madre. Al tiempo me peleé con ella también y me quedé sola, sin nada.
Seguí adelante como pude, formé otra pareja y al tiempo me propusieron ganar mucho dinero traficando drogas en viajes. Dudé mucho, pero por la necesidad y tras consultar a brujos que me dijeron que no iba a pasarme nada, acepté. En ese período quedé embarazada y junto a mi pareja decidí no tener al bebé. Tomé toda clase de drogas abortivas, que me provocaron hemorragias durante 15 días y contracciones, por lo que pensé que todo había terminado. Seguí con los viajes hasta que me detuvieron en el Aeropuerto de Ezeiza, en julio de 2011, y me trasladaron a la Unidad 31. Como si eso fuera poco, me enteré que estaba embarazada.
Dentro de mi desesperación, escuché que un grupo de evangelización de la Iglesia Universal iba a la cárcel. Le pedí a las celadoras que me permitieran hablar con ellos. Así conocí la Palabra de Dios y empecé a escuchar la Red Aleluya, FM 106.3.
Me arrepentí de todos mis pecados y le pedí a Dios con todas mis fuerzas que mi hijo naciera sano y fuera de un penal. Comencé a participar de las reuniones, aprendí a usar mi fe, participé del Ayuno de Daniel y Dios empezó a responderme. Al término de mi embarazo, me trasladaron a un hogar de madres solteras, donde nació Samuel, fuerte y sano, gracias a Dios. Me reconcilié con mi madre, mi hija fue liberada del nerviosismo y la rebeldía.
Tengo el apoyo y la ayuda del padre de mi hijo. Estoy junto a mi hijo fuera de la cárcel, participando en la IURD de San Justo, esperando la sentencia con la certeza de la victoria, feliz en la presencia de Dios”.
El Grupo de Evangelización Carcelaria agradece la desinteresada colaboración de las autoridades penitenciarias, porque sin ella sería imposible realizar este trabajo.