“En el último y gran día de la fiesta, Jesús Se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” (Juan 7:37-39)
Así como la Tierra necesita agua para tener vida, y esta agua debe venir del cielo, del mismo modo sucede con el ser humano.
Solo el Agua de Vida, el Espíritu Santo, que viene del Cielo, puede darnos vida.
A pesar de toda la tecnología que existe, el ser humano no logra producir el agua.
Él depende de este don de Dios que viene del cielo.
De la misma manera, el Espíritu Santo es el regalo que el Padre les da a los que Lo reconocen como el Único que puede saciar su sed de vida.
Para recibir el Espíritu Santo uno tiene que tener sed.
Cuando alguien tiene sed busca agua por todos lados y no se queda quieto.
“Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba..”
Es condicional al hecho de tener sed.
“… El que cree en Mí…”
No es creer en una religión o en una iglesia. La fe tiene que estar en el Señor Jesús y no en el pastor o en un hombre.
“…como dice la Escritura…”
Muchos dicen “yo creo a mi manera”. No es así, debe ser como dice la Escritura.
“… de su interior correrán ríos de agua viva…”
Estos ríos son el Espíritu Santo.
Cuando la persona recibe el Espíritu Santo pasa a ser una fuente de la que siempre brota agua viva para llevar a las personas hasta Dios.
Sus palabras siempre serán espirituales. Pero para eso hay que tener sed y creer como dice la Escritura.
Piense en eso.
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