Con su trabajo, él ayudó a construir más de 630 pozos artesianos, llevando agua potable y servicios de saneamiento básico a la población del continente
La historia del canadiense Ryan Hreijac, de 20 años, muestra que no se debe subestimar el deseo de un niño que, por más que sea de manera inocente, sueña con cambiar el mundo en el que vive. A los 6 años de edad, él pasó a alimentar el sueño de llevar agua potable a los niños de África, y perseveró hasta conseguir alcanzar ese objetivo – ya sació la sed de casi mil millones de personas en el continente más pobre del mundo.
Todo comenzó en una de las clases de la escuela, cuando una profesora habló sobre el drama de la falta de agua que viven millones de niños africanos. Ella contó que muchos de ellos llegaban a morir de sed, por no haber pozos donde pudieran encontrar agua.
Al saber de eso, Ryan se conmovió. Él no entendía el por qué de que tantos niños pasaran por esa situación, mientras que él tenía agua limpia cuando quería, sin ningún esfuerzo, bastaba abrir la canilla de su casa.
Aún en la escuela, el niño le preguntó a su profesora cuánto dinero era necesario para llevar agua a esos niños africanos. Ella recordó que había una Organización No Gubernamental (ONG) llamada WaterCan, que perforaba pozos artesianos y que ese trabajo costaba, en promedio, 70 dólares.
Alimentando un sueño
Llegando a casa, Ryan en seguida buscó a su madre, Susan, diciendo que necesitaba esa cantidad para construir un pozo de agua y así, ayudar a los niños de África.
En un primer momento, ella no le dio el dinero, sino que le propuso que hiciera algunas tareas domésticas, a fin de recaudar ese valor. Durante 4 meses, el niño realizó varias actividades, hasta que consiguió lo que quería. Su madre esperaba que, con eso, él se sintiera más productivo, participante y unido a una causa.
Con el dinero en mano, el niño y su madre fueron hasta WaterCan. Al llegar a la entidad, fueron informados que 70 dólares era el precio de la bomba manual. En realidad cada pozo perforado costaba cerca de 2 mil dólares, valor del que ni él ni su familia disponían en ese momento.
Ryan prometió que, en breve, regresaría con el dinero. Su determinación contagió a sus vecinos, hermanos y amigos. Todos ellos se propusieron trabajar, vender productos y conseguir donaciones por la causa. En poco tiempo, recaudaron 700 dólares.
Viendo este esfuerzo, la WaterCan decidió completar lo que faltaba y, en 1999, el pozo tan anhelado por Ryan fue construido en la región de Uganda, beneficiando a millones de personas con agua potable.
El muchacho no se contentó con ese resultado. Después de eso, pasó a enviarse correspondencia con los niños beneficiados por su acción y conoció al pequeño Jimmy Akana. Antes de la construcción del pozo, el niño caminaba 8 kilómetros para tener acceso a un agua inmunda.
Conociendo la realidad de cerca
Emocionado con los hechos relatados por Jimmy en sus cartas, Ryan pasó a querer ver de cerca esa dura realidad de su nuevo amigo y de otros tantos niños africanos.
En el 2000, Ryan viajó con sus padres a Uganda, hasta la aldea donde fue construido el pozo con los recursos recaudados por él. Allá él se sorprendió con los millones de niños y niña
s que, alineados, lo aplaudían por su acción.
Llevado hasta el pozo, los líderes locales le pidieron que leyera lo que estaba escrito en el cemento: “Pozo de Ryan. Financiado por Ryan Hreijar, para la comunidad de Angola”, decía la placa.
Secuestro y adopción
En octubre del 2002, en medio de la noche, Jimmy fue secuestrado por un grupo rebelde que intentaba derribar al gobierno local y que ya había capturado más de 20 mil niños desde 1986, transformándolos en guerrilleros.
El niño logró huir del cautiverio, escondiéndose en medio del bosque. Solo, fue a la casa de un amigo, que se comunicó con la familia de Ryan, que en seguida se dispuso a cuidarlo.
Después de enfrentar muchas barreras, Jimmy finalmente llegó a Canadá y fue a vivir en la casa de Ryan. Hoy en día, es un miembro permanente de la familia Hreijac. Terminó la secundaria y se adaptó bien a la nueva lengua y al país.
Fundación y reconocimiento por el trabajo
El hermano adoptivo de Ryan también es su brazo derecho en Ryan’s Well Foundation (Fundación Pozos de Ryan), creada en el 2001. La entidad hace presentaciones y ofrece conocimiento a todo el mundo sobre cuestiones acerca del agua.
En sus más de 10 años de existencia, la fundación ya ayudó a construir cerca de 630 pozos artesianos y 700 letrinas, llevando agua potable y servicios de saneamiento básico a casi mil millones de personas en el continente africano.
Reconocido por Unicef como “Líder Global de la Juventud”, Ryan hoy da conferencias en varios países, escuelas e iglesias, hablando de forma apasionada sobre la necesidad del agua limpia en todo el mundo.