Uno de los episodios más emocionantes y esperados hasta ahora de la novela “Moisés y los Diez Mandamientos” de la Red Record, hizo llorar al público. El motivo de tanta conmoción fue el clamor a Dios que hizo el pueblo hebreo, esclavizado por el cruel faraón Ramsés, interpretado por el actor Sérgio Marone, pidiendo liberación. Los hebreos de la superproducción han vivido días amargos de persecución y opresión.
En cada capítulo es imposible no sensibilizarse y entender cómo fue la trayectoria de un pueblo tan sufrido y humillado durante años. La miseria y las privaciones del pueblo de los hebreos contrasta con la realidad de los que viven como súbditos del rey en el palacio real y disfrutan la comodidad y los mejores manjares.
La muerte injusta de diez esclavos hebreos y el exhaustivo trabajo en las obras de la cantera, donde hasta los ancianos trabajan y son azotados cuando se detienen para recuperar el aliento, motivaron la indignación en la villa, que decidió volverse a Dios y clamar por ayuda.
Para avivar la fe adormecida del pueblo, se realizaron pequeñas reuniones en la casa de Amram y Jocabed, padres de Moisés. Pero, en una de ellas, los oficiales del rey invadieron el lugar y amenazaron a los hebreos.
Vea la reacción del pueblo (Video en portugues):
Es fácil confiar en Dios cuando nuestras oraciones son atendidas y todo camina bien en nuestras vidas. Pero, cuando estamos presos en un desierto espiritual, “olvidados” por Dios y con la sensación de que cuanto más oramos, más silencio recibimos, la tendencia de muchos es indignarse contra Dios y contra las personas, en lugar de indignarse con la situación propiamente dicha.
Los hebreos ya estaban al límite y cuando decidieron suplicar a Dios fueron aún más castigados por el rey. Esto podría silenciarlos, pero provocó una reacción contraria: la indignación. Aquel sentimiento que nos impulsa a no aceptar el fracaso y a tomar una actitud decisiva.
“En Ti confiarán los que conocen Tu nombre, por cuanto Tú, oh Señor, no desamparaste a los que Te buscaron.” (Salmos 9:10)
Mantener la fe en los momentos difíciles es un desafío. Sin embargo, es exactamente eso lo que llama la atención de Dios. Él no quiere que usted se derrumbe delante de una mala noticia o algo que salió mal, y sí que usted confíe totalmente, sin reservas.
“Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre del Señor nuestro Dios tendremos memoria.” (Salmos 20:7)
El desierto sirve principalmente para que maduremos esta confianza y resiliencia. Fortalece nuestra creencia y nos prepara para desafíos mayores. Si ha enfrentado situaciones delicadas, que han dañado su fe, acérquese a la Universal más cercana. Vea las direcciones aquí.
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