“… El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo”. Mateo 13:24
¿Qué representa el trigo?
El trigo simboliza a los sinceros, aquellos que recibieron la Palabra con fe y viven en obediencia a Dios, dependiendo y perseverando en Él. Ellos no buscan el reconocimiento humano ni se apoyan en estructuras religiosas; al contrario, son guiados por el Espíritu Santo y su fruto es visible: humildad, entrega, santidad y amor por las almas.
¿Qué representa la cizaña?
La cizaña representa a los religiosos, a las personas que están en medio del pueblo de Dios, pero no tienen vida espiritual.
– Eligen la apariencia antes que la obediencia.
– Se incomodan con la fe práctica del trigo.
– Se oponen a la corrección, a la santidad, a la renuncia.
– Buscan la influencia humana, no la Dirección Divina.
– Se resienten cuando otros viven por la fe, porque ellos viven por la emoción, por la tradición o por la conveniencia.
¿Por qué es importante discernir?
– Jesús no ordenó que se arrancara la cizaña, sino que se la dejara crecer con el trigo, porque el trigo no se contamina, no se intimida, no se desvía.
– La cizaña puede estar cerca, pero no debe estar dentro. El sincero debe cuidar su corazón, su fe y su comunión con Dios para no dejarse influenciar por el espíritu religioso.
Exhortación para los sinceros:
– No te compares con la cizaña: Fuiste sembrado por el Señor, por el Espíritu Santo.
– No te desanimes por la oposición: El trigo siempre incomodará a la cizaña.
– No pierdas tu esencia: Viví por la fe, en obediencia a Dios. Dependé solo de Él.
– No busques cambiar de campo: El Señor te sembró donde hay almas por ganar.
– No gastes tu energía en lo vano: Tu ayuda, tu tiempo y tu fuerza son para el Reino de Dios.
El trigo será recogido en el Granero del Señor. La cizaña será quemada.
– Ser trigo no es una emoción, sino una decisión diaria.
– Ser trigo es vivir como un Discípulo, no como un espectador.
“Por sus frutos los conoceréis…”. Mateo 7:16
Nos vemos en breve, en la IURD o en las Nubes.
Obispo Julio Freitas
