“¿Cómo saber si mi sacrificio es realmente lo que Dios me pidió?”- Amiga.
Respuesta:
Observe algunos puntos importantes para no ser engañado, pues el sacrificio provoca:
1. Dolor: Lo que Dios me pide causa un “dolor”, pues el Sacrificio duele y duele mucho ya que es laentrega de algo con lo que contamos o de lo que precisamos. Dejamos y sacrificamos para Dios, por ese motivo, si lo que usted va a poner en el Altar no le causa “DOLOR”, entonces, no es sacrificio. Dios sabe qué pedir para realizar nuestro sueño: a Abraham, le pidió Isaac, el hijo que más amaba y a Moisés le pidió que vaya solo a Egipto (pero Dios estaba con él);
2. Dependencia: El sacrificio provoca la “dependencia” total de Dios, la persona queda 100% en dependencia de Dios, sin reservas. Quien sacrifica hace de Dios, su último recurso y no cuenta con nada más; solo con Dios y su fe en Él.
3. Seguridad: Esa actitud de dar lo que Dios pidió trae una seguridad interior, pues existe la certeza absoluta de que Él realizará el sueño mayor o resolverá el problema imposible;
4. Desafío: Si el sacrificio pedido por Dios no lo pone en una posición de desafío, de vida o muerte, de todo o nada, de “o venzo o me destruyo”, entonces, no es sacrificio, pues, lo que Dios nos pide nos empuja a una posición de desafío.
5. Renuncia: Debemos entender que nuestra carne huye del sacrificio, ya que el sacrificio que Dios pide nos lleva a una gran y total renuncia, ya que lo que queremos es sumamente superior a lo que sacrificamos.
Si no hay dolor, dependencia, seguridad, desafío y renuncia, entonces, ¡no hay sacrificio!
(*) Respuesta extraído del blog del obispo Júlio Freitas.
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