¡Cuántas lecciones absorbemos con la película “Nada que Perder”! Todas muy significativas, pero quisiera resaltar aquí algunas de ellas :
• Todo comenzó con una entrega sincera que el obispo hizo en el Altar, aún siendo joven. En su oración, él dio el 100% de su vida a Dios. Esta oración fue marcada por su reconocimiento en decir que aún no lo conocía. A partir de entonces, él no sólo nació de Dios sino también pasó a tener pasión por las almas.
• Otro aprendizaje fue la disposición dea renunciar al mundo para agradar a Dios, aunque eso culminara en pérdidas, como ocurrió con la novia, con los amigos y con la diversión.
• Vimos también las reacciones del obispo ante los rechazos y las adversidades que enfrentó, recurriendo siempre a Dios y a Su justicia. Él pudo haber guardado dolor, resentimientos, haberse justificado o ido en busca de socorro en las personas, pero optó por creer en el Altísimo.
Pero una parte que me marcó mucho fue el episodio de la prisión, en la que el obispo, incluso humillado públicamente, confió que esa situación contribuiría de alguna manera a la Obra de Dios.
Él nos dijo a todos los que estábamos tan afligidos por saber lo que él podría estar viviendo en aquel lugar, que “¡Un día vamos a contar esa historia con alegría!”. ¡Entonces, el tiempo pasó y, finalmente, ese día llegó!
Está claro que hemos cosechado buenos frutos de las persecuciones a lo largo de estos años, pero, como ha sido ahora, en miles de salas de cine por todo el mundo, jamás podríamos haberlo imaginado.
Por eso, no podemos jamás mirar las circunstancias desfavorables, sino para las promesas de Dios.
Lo que Él nos prometió ciertamente hará, si no dudamos.
A veces, en medio de los problemas de la vida, pensamos que no vamos a poder vencer.
Tal vez usted esté viviendo un momento tan sombrío como aquella celda del obispo y en su mente haya pensamientos de que para su vida no hay salida, que todo está arruinado.
¡Pero eso no es verdad!
Yo aprendí que los mayores milagros ocurren en medio de las peores luchas y dolores. Es decir, para que el Altísimo Se manifieste, los problemas deben surgir.
Ejemplo: ¿cómo Marta y María verían el milagro de la resurrección si Lázaro no hubiera muerto? De igual modo, ¿cómo el obispo y la Sra. Ester tendrían ese gran testimonio si no hubieran sufrido afrentas, rechazos y persecuciones?
Así como el Señor Jesús vio desde lo alto del monte que Sus discípulos se fatigaban con la fuerte tempestad en medio del mar, Él también ve nuestras dificultades y Se acerca a nosotros (Mc 64:8).
El Salvador sabe en qué momento de la vida está usted, cuántas lágrimas ha derramado y cuan intensa es su guerra. Pero Él nunca le dejará perecer si usted decide confiar en Su Palabra.
Por lo tanto, no deje de creer porque oró algunas veces y no vio la respuesta. En la cuarta vigilia, Jesús llegó “caminando sobre el mar” para socorrer a Sus discípulos. Esto significa que Dios tiene la hora correcta para actuar y jamás Se retrasará. ¡Lo que para nosotros es el fin, para Dios es el comienzo de un extraordinario milagro!
Decida hoy mirar hacia su desierto y ver en él un manantial donde florecen bendiciones incontables, así como sucedió con la Iglesia Universal del Reino de Dios. Para nosotros, caminos se establecieron. Donde no había ninguna posibilidad de paso, Él creó una ruta de victoria. Donde las puertas estaban cerradas, Él las abrió de un modo incomprensible al hombre.
Este Señor que ha sido glorificado en la película “Nada que Perder” quiere manifestarse en su vida, basta que usted también se lance en esa fe. Y así como nosotros, usted también podrá hablar que se cumplieron en su vida todas las buenas promesas de Dios.