¿Ya se dio cuenta que cuando tiene mucha sed y bebe agua, ésta tiene un sabor único? Sin embargo, cuando la toma sin sed, no le sabe tan bien, no tiene el mismo sabor.
Ahora imagine que su cuerpo, representa a su alma; la oración es la sed y el agua es la fuente: Dios. La única forma de saciarla es a través de la fe.
Así también, si ora porque tiene que orar, y no presta atención a las palabras que salen de su boca, es porque no ha reconocido que realmente necesita de Dios, de salvación.
Su fe aliada a la oración, tiene el poder de transformar su interior. De eliminar todas sus dudas, miedos, recelos, complejos. Podrá superar todo, pues si tiene sed de cambiar para Dios, es porque quiere agradarlo.
Comience hoy mismo a ejercitar la fe en Dios. Pero antes, asuma en qué condición está y Él estará dispuesto a ayudarle. Depende de su sed, o sea de su búsqueda, de que reconozca cuánto necesita de Él. Tenga en cuenta que así como su cuerpo no vive sin agua, mucho más su alma no vivirá sin Él.
Él está con los brazos abiertos esperándole. Solo necesita reconocer que debe cambiar y que tiene sed de Él. No se olvide que Él es el Único que sacia su sed.
“Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”, (Apocalipsis 22:17).
Fuente: vivianefreitas.com