Muchas decisiones en la vida dependen de elecciones que, generalmente, no representan nuestras voluntades, sino lo que se debe hacer en aquel momento. Dentro de un matrimonio, debe prevalecer el discernimiento, para que ambos y juntos, tengan la capacidad de percibir las diferencias y saber ajustarlas para el bien de la relación.
Después de años de convivencia, algunas personas comienzan a crear dificultades donde no deberían. Algunos de los principales villanos de ese malestar son la rutina y el recelo por algo que, cree, que el otro no hizo por usted. Estas cosas pueden desgastar la relación e incluso llevarlos al divorcio.
Pero, ¿cómo saber lo que es rutina para el otro en la relación que tienen? Lo que significa rutina para uno, puede no tener el mismo significado para el otro. Por ejemplo, cuando se vuelve constante que uno de los dos no cumpla algo que prometió. Quien no cumple piensa que fue comprendido porque está muy cansado, y que todo está bien. Sólo que esa actitud puede perjudicar la relación en el caso de que el otro no exprese lo que siente, que en realidad lo que hizo su compañero no le agradó.
Equilibrio
Nadie está obligado a saber lo que pasa por la mente de su compañero. Por eso es tan importante que el matrimonio esté dispuesto a conversar siempre y a exponer las expectativas que tienen uno del otro, sobre un determinado tema. Expectativas, que, inclusive, pueden cambiar con el tiempo.
¿Usted tiene deseos de viajar y el otro de quedarse en casa? Es necesario hacer un acuerdo. Para resolver conflictos dentro del hogar, desde los más simples hasta los más complejos, necesitan equilibrar lo que quieren para entenderse, y responder a las necesidades que tienen uno del otro.
Cuando construimos una relación verdadera y compañera, establecemos una base familiar sólida y crecemos junto a nuestro compañero. No importa el tiempo, sino la dedicación al otro.
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