El árbol plantado junto a corrientes de agua, da buen fruto. Así también son los que oyen y practican las enseñanzas divinas
Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera. Salmos 1: 3,4
Las personas que se apartan de aquellos que no tienen su misma fe y viven bajo las enseñanzas de Palabra de Dios día y noche, son como esos árboles plantados junto a las aguas. ¿Has visto árboles de ese tipo? ¡Son hermosos! Son verdes, de hecho, el verde de ellos es diferente, es un color avivado y saludable.
Y como la propia Palabra nos enseña, ellos dan fruto en la época adecuada. Eso quiere decir que todo lo que sucede contigo viene en la hora y en el momento correcto, pues los frutos que darás a través de esos acontecimientos serán de muy bueno agrado a todos. Es como aquel árbol que siempre da sus frutos un cierto mes del año y no falla. Sus frutos son tan buenos que el agricultor confía en él, aún siendo un simple árbol. Ahora, ¿cómo crees que el agricultor va a tratar este árbol?
Sus hojas no se marchitan. Ella está siempre fuerte, siempre saludable, siempre preparada para la próxima cosecha. O sea, viene el viento, vienen las tempestades, viene la sequía, viene lo que que sea, ese árbol no marchita de ninguna manera. Todo su fruto es bueno, hace bien no solamente a ella misma, sino a todos a su alrededor.
Sin embargo, “no sucede lo mismo con aquellos que viven sin Dios. Son, como la paja que el viento lleva”. O sea, las personas que no quieren dejar las amistades mundanas, el novio que no es de la misma fe y los caminos que no las llevan a Dios, no dan frutos buenos; cuando dan son en la época errada y sus hojas se marchitan.