El constructor de la réplica no consiguió autorización para llevarla a los Juegos Olímpicos, pero mucha gente quiere “comprar pasajes” por miedo al fin del mundo
Johan Huibers, el holandés que construyó una réplica en tamaño real del Arca de Noé y pretendía llevarla a los Juegos Olímpicos de Londres (lea aquí), no consiguió autorización de la prefectura de la capital inglesa.
Huibers pretendía usar la embarcación como instrumento de evangelización, pero las autoridades londinenses negaron su permanencia en el río Támesis por no ajustarse a los reglamentos náuticos locales.
No obstante, el gran barco, que remite a la obra ordenada por Dios a Noé a raíz del Gran Diluvio, llama la atención tanto de quien tiene interés por la historia bíblica como de la gente que cree en las “profecías” mayas de que el mundo terminará el 21 de diciembre de este año – esas personas, de todo el mundo, entran en contacto con la organización que construyó el arca para “comprar un pasaje”. Huibers no aceptó su dinero, claro.
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