No existe nada peor que el espíritu del engaño, este viene actuando durante millares de años, a veces, incluso haciéndose pasar por un ángel de luz. Logra infiltrarse de una manera imperceptible, y solamente los que tienen el Espíritu Santo logran tener el discernimiento para notar sus artimañas.
El espíritu del engaño ya estuvo en la luz, sabe muy bien cómo era el funcionamiento del Reino, aunque hoy viva en la oscuridad, no dejó de ser un ángel, caído, pero un ángel. No podemos olvidarnos de que él deseó estar en el lugar de Dios. Era envidioso, rebelde, orgulloso y además sembró la división de los ángeles que tenían solo una finalidad: servir a Dios.
Cuando una persona tiene esos sentimientos escondidos en lo más profundo del alma, donde nadie puede ver, allí se esconde el espíritu del engaño. Ella se presenta con una falsa humildad, alguien que quiere el bien de los demás, pero allá en el fondo, como Lucifer, esconde la real intención, que es servirse a sí misma y tener la gloria de este mundo.
Entonces, ¿por qué el título “Sirviendo a Dios sin Dios”?
Sabemos que el primer rey de Israel fue Saúl, él era un tipo de líder que toda nación quería tener. Saúl era un hombre alto y bello de la tribu de Benjamín. Al principio, Dios vio en él buenas cualidades y le dio una oportunidad para probar su carácter y ser elevado a una posición de más responsabilidad. Al comienzo, demostró ser un escogido, con una actitud de humildad que le daba toda la condición de ser un excelente rey.
Sin embargo, lamentablemente, Saúl cayó en el error que destruye a muchos hombres de Dios. En lugar de mantener su humildad delante de Dios, como siervo del pueblo, comenzó a preocuparse por su propia posición y honra. Con ese cambio de objetivo, Saúl se volvió un pésimo rey. Con el mismo pecado de Lucifer, él se desvió de su llamado. Con la desobediencia, la rebeldía y el orgullo, vino también su caída, al punto de que Dios dijera:
“Y vino Palabra del Señor a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de Mí, y no ha cumplido Mis Palabras. 1 Samuel 15:10”
Dios ya no estaba más con Saúl y él lo sabía, pero lo disimulaba delante del pueblo, actuaba como un ungido. El Espíritu del engaño estaba en él. Estuvo 40 años reinando sobre la nación, a los ojos del pueblo, él todavía era rey; pero a los ojos de Dios, ya no. Él estaba sirviendo al pueblo y a “Dios”, pero sin Dios.
Muchos están en la misma situación, hablando de Dios, actuando como ungidos, pero están caídos en sus pecados, sirviendo a “Dios” con el espíritu del odio, de la envidia y del orgullo.
¡Que Dios tenga misericordia!
Colaboró: Pastor Luis Marcelo da Silva