“Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida. Clamé a Ti, oh SEÑOR; dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes.”
(Salmos 142:4-5)
En algunos momentos nos quedamos solos. No podemos contar con nadie; no hay quién se preocupe por nuestros problemas; no hay nadie que se preocupe por nosotros. Los débiles se decepcionan y se victimizan. Los fuertes hacen como David; se vuelven hacia Dios y deciden confiar solamente en Él.
Si nadie más se preocupa por usted, Él Se preocupa. Él Se interesa. Él está atento a su clamor. Atiende a aquellos que hacen de Él su único refugio. Que no esperan por los demás, que no se refugian en nadie más, que no tienen otro recurso.
Él jamás nos decepcionará. Al contrario de los seres humanos, Él no Se equivoca, no comete injusticias, no Se engaña. Es el Único digno de toda su confianza. Deposite sobre Él sus expectativas y busque en Él su dirección. Busque en Él todas las respuestas. Busque en Él su amparo. Busque en Él su protección. Aproveche los momentos de desierto, de aparente soledad y desamparo y haga de Él su socorro.
Usted no está solo. No importa lo que usted sienta, Dios nunca Se aparta de los que se vuelven a Él. Sintiendo Su presencia o no, crea en lo que Él prometió. Él prometió que estaría con nosotros todos los días. Si Él prometió estar con usted, Él está con usted. Él es su refugio, Él es lo mejor que alguien puede tener.
Con Dios, usted nunca está solo.
Haga clic aquí y vea el mensaje anterior.
Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo