Mercedes Ruiz tuvo una triste historia de vida, pero a partir del momento en que descubrió la fe, todo cambió para ella.
“Mi madre era alcohólica, toda mi niñez fue con muchos problemas y me volví una persona cerrada y solitaria, no podía socializar con nadie. Después que mi mamá murió todo empeoró. Con mis hermanos nos quedamos solos, porque mi papá siempre estaba ausente y empecé a tener perturbaciones espirituales. Tenía miedo de todo y vivía triste.
A los 15 años me puse de novia con quien es mi esposo y empezaron las discusiones, le fui infiel y eso nos llevó a los golpes. Había muchos insultos y maltratos, él me hacía creer que yo era la culpable de todo, que yo me merecía eso. Para colmo, después de golpearme, me obligaba a tener intimidad con él. Entonces comencé a odiarlo cada vez más.
Yo soportaba todo por mis hijos, no me quería separar, pero me estaba sucediendo lo mismo que a mi mamá, se estaba repitiendo la historia. Empecé a fumar y a tomar, y aparentaba ser feliz. Pasábamos hambre, fue mucha la miseria que enfrentamos. Siempre pasaba por mi cabeza la idea de matarme, mi esposo empezó con el vicio del alcohol e intentó quitarse la vida, la Policía lo tranquilizaba, pero al otro día era lo mismo. Los problemas espirituales empeoraron, yo escuchaba voces que me llamaban, me iba a trabajar sin dormir, sentía que alguien me perseguía todo el tiempo, mi vida era un infierno. Finalmente nos separamos.
Mientras estábamos separados él llega a la Universal y llevó a mis hijos a la iglesia. Ellos me invitaban, pero yo no aceptaba porque tenía mucho odio. Yo me engañaba diciendo que estaba bien cuando en realidad estaba deprimida y vacía. Hasta que empecé a ir a las reuniones y pude cambiar. Reconstruimos la pareja, ahora estamos bien, mi vida espiritual cambió completamente, económicamente estamos muy bien, los vicios ya no existen y conquisté mi negocio propio”.
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