Los enemigos pueden ser más útiles que los amigos.
Sí. Durante una buena parte de la vida, los enemigos son más útiles que los amigos. No es que las amistades sean innecesarias, sino que son las adversidades nos obligan a extender nuestras habilidades.
En un primer momento, todo enemigo – que puede ser una adversidad o un obstáculo – puede desanimar y causar la sensación de que la injusticia impera. Pero eso no es verdad. No cargamos un fardo mayor de lo que podemos cargar. La medida que el problema es siempre exacta. Lo que sirve para observar, reflexionar y crecer con la situación.
Imagine lo que sería de los súper héroes si ellos no tuvieran archi enemigos. El dramaturgo griego Aristófanes defendía diciendo que “los hombres sabios aprenden mucho de sus enemigos.” El obstáculo, cuando surge, hace que la persona salga de su zona de comodidad, salga del mundo cómodo en el que vive. El obstáculo obliga a que se tome una actitud y, de esa forma, obliga a que la persona reflexione y aprenda de la situación.
Toparse con una adversidad es tener la oportunidad de dialogar con su interior. Cuando la situación se muestra difícil de resolver, es necesario ver aquello que no se quiere ver: ¿cuáles son los puntos débiles? ¿Cuáles son las fallas que necesitan ser mejoradas? ¿De qué siento miedo, vergüenza, culpa?
Todo conflicto enciende la creatividad. Debemos agradecer “sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza…” (Romanos 5:3)
Sólo existe desarrollo – del cuerpo y de la mente – cuando existen desavenencias. Del conflicto nace la chispa del progreso. Nuestro enemigo es nuestro mayor provocador, y también, motivador. Gracias a él, gradualmente, aprendemos a comprender cada desafío enfrentado – no como una sanción o castigo, sino como la oportunidad de extender límites.