“… yo sé a Quién he creído…” (2 Timoteo 1:12)
Mucha gente sustenta la fe calentada por la manta de la emoción; otras, por la frialdad de la tradición.
Existen también los que ni una cosa ni la otra; son los tibios. Sin embargo, contrariando las sensaciones de la fe religiosa, surge la fe inteligente. Fe que piensa, pesa, medita y evalúa. Esta fe cree que Dios no puede mentir ni revocar lo que prometió.
Que Él hará exactamente como lo prometió.
Tal calidad de fe no mira las circunstancias, no mira hacia atrás, ni hacia los costados. Siempre va adelante, cueste lo que cueste. A ejemplo de esto, el apóstol Pablo usaba su fe inteligente combinándola con los pensamientos de Dios. Y dejó un precioso consejo: “una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta…” Filipenses 3:13-14
A Timoteo le dijo: “… sé a Quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel Día.” 2 Timoteo 1:12
Él sabía y no sentía en Quién estaba creyendo.
¿Y usted lector? ¿Ha sabido (intelecto) o ha sentido (corazón) en Quién ha creído?
Vaya adelante, cueste lo que le cueste, no mire las circunstancias, no mire hacia atrás.
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo.
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