La Biblia dice en Jueces 6:11-12: “Y vino el ángel del Señor, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. Y el ángel del Señor se le apareció, y le dijo: el Señor está contigo, varón esforzado y valiente”.
Gedeón estaba sacudiendo el trigo, mientras que el pueblo estaba escondido, y cuando el ángel se le apareció le reclamó la promesa: “Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó el Señor de Egipto? Y ahora el Señor nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. Y mirándole el Señor, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?.”, (Jueces 6:13-14).
La fuerza de Gedeón estaba en que él se apoyaba en la Palabra de Dios y cuando pudo cobró lo que Él prometía en Su Palabra. Si usted quiere ser fuerte, entonces tiene que estar indignado. Tiene que colocar su fe en la Biblia, porque si está escrito, tiene que cumplirse. Dios necesita hombres esforzados que confíen en Su palabra. Nosotros vamos a tomar su pedido, lo vamos a llevar al Templo de Salomón y van a estar más de 10 mil pastores orando, para que se cumpla su pedido.
Cuando Dios se le apareció a Gedeón, él estaba solo. El Señor le pidió que derrumbe el altar de Baal, propiedad del padre de Gedeón. También le pidió que quitara la imagen de la diosa asera, que la cortara, que sacrificara al segundo toro y que lo quemara con la madera de la imagen. Gedeón tenía fallas, no tenía la Biblia, pero creyó en Dios, entonces fue y lo hizo. Quisieron matarlo, pero él y 300 hombres cambiaron todo. A través de él, no solo se salvó su familia, sino que salvó a todo el pueblo de Israel.
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