Elisa Brizuela sufría con depresión, dolores de cabeza constantes, y era muy nerviosa. Las peleas con su marido eran permanentes y tenía una gran angustia por la división dentro de su familia.
En medio a tanto desentendimiento, rencor y separación, su hija la rechazaba tanto a ella como a su padre. Con el tiempo fueron perdiendo todo lo que tenían, autos y casas hasta quedar en la miseria. Buscó ayuda en muchos lugares, pero cada día su familia estaba más desestructurada.
Su hermana concurría a la Iglesia Universal en Buenos Aires y siempre oraba por Elisa, quien vivía en Misiones. Su hermana clamaba por Elisa con su foto en la Cadena por el Libramiento Familiar hasta que decidió enviarle, por correo, una invitación especial para que participara en el Cenáculo del Espíritu Santo de Misiones y Elisa aceptó.
Desde que Elisa se acercó y conoció al Señor Jesús todo cambió en su vida. Hoy su familia está restaurada y disfruta del amor a sus seres queridos gracias a Dios y su hermana, quien, aun a la distancia, luchó por su bienestar y felicidad.