“Cuán bienaventurado es el hombre que siempre teme, pero el que endurece su corazón caerá en el infortunio.” Proverbios 28.14
El justo sólo consigue ser constante en el temor a Dios si vigila y ora en todo momento, siempre pensando en las cosas espirituales. Pero los que tienden a la carne se quedan con el corazón endurecido, y el mal prevalece en sus vidas.