Ellos deben entender las causas
Hace años que la madre deja a su hijo Andrés en la puerta de la escuela. Siempre fue aquel momento de alegría por parte del hijo y de la madre, que siente en su corazón que es hora del desapego.
Esto sucedió naturalmente, hasta que Andrés completó sus 10 años y dijo la fatídica frase: “mamá, dejame acá en la esquina, no es necesario que me dejes en la puerta de la escuela.” La madre, que se sorprende y no sabe si es cierto lo que acaba de escuchar, pregunta a su hijo: “¿por qué? Yo siempre te llevé hasta la puerta y nunca dijiste nada.”
Andrés responde firme y resuelto: “ma, no necesito de verdad, prefiero ir solo, ¿está bien?
Andrés sale del auto rápidamente, a tiempo de no escuchar otra pregunta de su madre, y camina a pasos acelerados al encuentro de sus amigos, en la puerta del colegio, que estaba a 100 metros.
Muchos padres y madres ya deben haber vivido una historia parecida con esta y se preguntarán: ¿qué sucedió con mi bebé? ¿A él ya no le gusta mi compañía? ¿Será que se averguenza de mí?
La respuesta es directa e impactante: si, él reacciona de esta forma por vergüenza de su presencia.
Según la psicóloga Débora Cristina de Macedo Jorge, eso sucede por diversos factores, principalmente entre los preadolescentes (a partir de 10 años). “Él comienza a sentirse más adulto y eso contribuye mucho. Pero, en la mayoría de las veces, el motivo es la vergüenza de algún comportamiento de los padres que los hijos no aprueban y que no quieren que los amiguitos vean, como el hecho de hablar, de vestirse”, explica Débora.
Por eso, hay otras situaciones que hacen a los hijos demostrar vergüenza de sus padres. “Puede ser que él no haya pensado en eso, pero escuchó a un amigo hablar que es feo o “cosa de niños” andar con los padres, que és necesario ser independiente, haciendo con que él cambie de actitud”, pondera la psicóloga.
Aún siendo difícil, es necesario que los padres se aproximen para saber los motivos reales de aquella actitiud. “Es importante tener diálogo para intentar descubrir los motivos por los cuales el hijo no quiere que lo lleven hasta la puerta de la escuela. Si la respuesta de su hijo lo convence, está bien, sino, es necesario investigar para entonces conversar y resolver. Caso contrário, si la situación no fuere tratada, este niño puede crecer con complejos, verguenzas”, aclara Débora.
Normal por exceso
Esta etapa de tener vergüenza de los padres puede ser normal, pero, dependiendo de la situación y de como ella se desarrolla, se torna atípico. “Llegar al extremo, al exceso, es pedir que lo dejen lejos del lugar donde siempre fue dejado. Lo nornal es que se termine pronto, en un período corto, porque luego va a percibir que no hay problema de que los padres estén ahí”, apunta la psicóloga.
Entretanto, ella destaca que todo depende del motivo que llevó al hijo a sentir vergüenza. “Por eso es importante que los padres estén atentos a cualquier cambio de comportamiento, porque el niño tiene que aprender a lidiar con las diferencias y no solamente huir de la situación.
Esta atención y participación de los padres en la vida de sus hijos son muy significativas para que les enseñe a resolver cuestiones”, finaliza Débora.