Constantemente, oímos a personas diciendo que recibieron el llamado de Dios para realizar Su obra. Solo que no siempre este llamado se realiza inmediatamente.
El Altísimo ama a Su pueblo y por eso, nunca lo entregaría en manos de personas que no están comprometidas o que no tiene preparación.
Si usted realmente fue escogida para la cosecha, tenga en cuenta que será sometida a un período de preparación.
De esa manera, se convertirá en un sierva efeciente para la misión que recibirá de Su Maestro.
Muchas veces, esos días, meses o años, serán marcados por la oscuridad, la espera y la soledad. Eso sucede debido a que la impetuosa voluntad humana, debe ser moldeada.
Sepa que antes de usar a alguien, el Señor Jesús, trabaja en el interior de esa persona.
Muchas personas, sueñan con hacer la obra en el Altar, pero no dan frutos en el atrio.
Si quiere hacer Su obra, renueve su fe y déjese moldear. Permanezca, dé frutos, espere “trabajando”, porque Él no llama a personas indolentes. Vivir para el Altar es un privilegio que requiere mucha renuncia y sacrificio.
Si usted no consigue vencer sus desafíos, ciertamente no vencerá las pruebas que vendrán en el futuro.
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