Mariano Goyena tenía su vida literalmente destruida, no le encontraba un sentido a su existencia. Con su familia llegaron al punto de perder la dignidad porque se veían obligados a pedir prestado, pues no tenían dinero ni para comer.
“Recuerdo que tuvimos que vender las pocas cosas que había en casa para poder comer. Obviamente esto trajo aparejado problemas en otras áreas. Problemas en la salud y en la familia peleas y discusiones constantes. No había paz ni diálogo pero sí mucho consumo de alcohol y deseos de morir, mi madre dormía con un arma debajo de la almohada amenazando con matarse. Mi vida sentimental era un fracaso, era una persona sin perspectiva, sin objetivos. Tenía fe, pero una fe negativa, no me arriesgaba a hacer nada porque pensaba que me iba a salir mal”, cuenta.
Él sufrió con problemas en todas las áreas hasta que tuvo una oportunidad de materializar su fe y cambiar su historia. Esa chance fue la Hoguera Santa. “Mi vida era un infierno, al participar de las reuniones conseguí un trabajo y quedé efectivo, antes solo hacía changas. Paulatinamente fui creciendo, consiguiendo mejores condiciones laborales. Esto me fue llevando a ampliar mi visión y decidí abrir mi emprendimiento.
Cuando participé de la Hoguera Santa, mi vida comenzó a cambiar de manera extraordinaria. Hice un sacrificio y hubo un cambio de 180 grados. Mi mente cambió, conquisté una empresa, una fábrica de butacas. Realizamos butacas para estadios de fútbol, cines, teatros, universidades y comunidades religiosas. Contamos con empleados, tenemos maquinaria específica para mecanizar el producto y varios vehículos. Me casé y soy muy feliz. Mi familia está unida, todo cambió.
Lo último que conquisté fueron dos terrenos de 4000 metros cuadrados, estamos proyectando una planta industrial mucho más grande en esa superficie. Ser diezmista me garantizó el éxito, pero puedo afirmar que la Hoguera Santa cambió mi vida”.
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