“Tire la oreja de su esposa, péguele con la mano o con una vara”, instruye el manual dedicado, principalmente, a los musulmanes recién casados. “Pero el marido debe contenerse para no golpearlas excesivamente”, dice el libro ” A Gift for Muslim Couple” (Un regalo para los matrimonios musulmanes), escrito por el académico musulmán Maulavi Ashraf Ali Thanvi. Aunque ya no sea una novedad en las librerías de países no musulmanes, relata el tipo de opresión, abuso y agresión a los que las mujeres aun son sometidas.
Relación conyugal, artimañas del matrimonio y cómo ejecutarlas con éxito son citados en la sinopsis del libro. Mientras, basta algunas páginas y el autor alerta que “puede ser necesario sujetar a la esposa a la fuerza o incluso con amenazas”. “El marido debe tratar a la esposa con bondad y amor, aunque ella tienda a ser “tonta” y lenta a veces”, aconseja.
El guía con ese tipo de orientación llegó a indignar a los canadienses, que incluso pidieron que se retiren los libros de las librerías del país, en esa época. A pesar de que el tema le suene extraño a las personas de Latinoamérica y Estados Unidos, por ejemplo, la violencia doméstica es una práctica común en el mundo islámico. Los maridos, por ejemplo, la violencia doméstica es una práctica común en el mundo islámico. Los maridos, seguidores del Corán (libro sagrado de los musulmanes) son autorizados a golpear a sus esposas e hijos, además de también tener autorización para matar. Pueden, por ejemplo, agredir a un niño, que no rece conforme a la costumbre del lugar. Vale resaltar que ni todo hombre musulmán es abusivo, pero el Islam le da derechos suficientes, en el caso que quieran.
“Yo no debería estar viva”, contó una mujer norteamericana, que vivió 14 años de abusos, casada con un musulmán del Medio Oriente. Ella no lograba escaparse, pero de según ella, la mayoría no sobrevive.
Los crímenes contra la mujer siempre son encubiertos por la policía o por los familiares. La mujer es considerada como una propiedad, como cualquier otro bien. Ella tampoco tiene control sobre su cuerpo, solamente el hombre a quien pertenece. En algunos lugares, las mujeres no pueden hacer cosas simples, como andar en bicicleta solas, abrir una cuenta en el banco o conducir, por ejemplo. Tampoco pueden gastar el dinero del marido, ni permitir la entrada de nadie a su casa, sin que el marido la autorice.
El crimen de aprender a leer y a escribir llevó a la paquistaní Fakhra Younus (Foto de al lado) a recibir un baño de ácido mientras dormía y en frente del hijo de 5 años. Durante 12 años, Fakhra vivió ciega de un ojo, sorda y con varios otros problemas ocasionados por el ácido, que también derritió sus senos, la nariz y una oreja.
En 2012, a los 33 años, la paquistaní se suicidó al tirarse de un 6° piso de un edificio en Roma, en Italia, donde se había mudado con la familia. Durante una década, Fakhra pasó por casi 40 procedimientos quirúrgicos para reparar el rostro desfigurado.
Más de 8,5 mil ataques con ácido, por no aceptar un casamiento forzado y otras formas de violencia contra las mujeres, fueron relatados en Paquistán en 2011, según la Fundación Aurat, organización de derechos de las mujeres.
El castigo es frecuente en Pakistán, Afganistán, Bangladesh e India. Los asesinos no son castigados, en su mayoría, pues alegan que el ataque fue en nombre de la honra de la familia.
“Una mujer bajo el régimen islámico del matrimonio no tiene derechos humanos, a menos que nosotros consideremos que un esclavo tiene derecho dentro del sistema de esclavitud”, escribió el escritor musulmán Nawal El Sa’dawiem en su libro, “La cara oculta de Eva”.
Una nueva oportunidad
Tal vez, usted lectora, aunque no viva en un país que siga esas costumbres, ha sido víctima de violencia doméstica por parte de personas que deberían cuidarla y amarla. Si ese es su caso, conozca al Proyecto Rahab, un grupo de apoyo de la Universal para las mujeres que sufren o sufrieron algún trauma, abuso o tipo de violencia. Sepa que existe una solución para librarse de todo eso.
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