Este sábado 30 por la mañana, el Templo de Salomón recibió ministros y dirigentes de otras Iglesias en una reunión multidenominacional. Visitantes de varias ciudades brasileñas llenaron el salón principal para oír al obispo Edir Macedo en una convocatoria para ministrar la Palabra de Dios. “Usted no saldrá de aquí siendo la misma persona”, dijo el obispo.
El respeto a Dios era el clima aún antes de que la reunión comience. Los representantes de otras denominaciones ya llegaban a la Explanada respetuosamente, al mismo tiempo en que no escondían la curiosidad al conocer el Templo. “Estaba curioso por venir aquí, y fue un privilegio recibir la invitación. Como en Israel el Templo no existe más físicamente y solo oímos hablar de él en la Biblia, ahora lo podemos ver con nuestros propios ojos”, dijo el padre Cássio Fernando, de la Capilla del Espíritu Santo, en Vinhedo, interior de São Paulo. Su compañero de la misma iglesia, el padrePaulo Correia, consideró: “es una honra alabar a Dios en la casa de otros hermanos que predican y viven la Palabra de Dios”. Ambos estaban acompañados por otro sacerdote, Joelson Rocha, para quien ese era un “maravilloso momento en la presencia de Dios” (los tres están en la foto de abajo, a la izquierda).
El carácter multidenominacional era muy evidente en la Explanada, en una confraternización en torno a la adoración que contrariaba cualquier idea habitual de enemistad. Quien demostró que le gustó mucho esta presencia de millares de personas sin preconceptos fue el misionero Josenildo Adelino, pastor que compone el Consejo Federal de las Asambleas de Dios, que ya participó de misiones en todo el Mercosur y en Europa: “La Universal hace valer su nombre con esta reunión, unificando aquí, hoy, a todas las iglesias, enfocándose en el servicio de Dios, que nos cuida.”
El restablecimiento del santuario
Más personas llegaban cuando la llamaba final para la reunión sonó por el sistema de sonido, y los presentes entraron al Templo, donde vieron una proyección que contó la historia de la adoración y de la sujeción del pueblo a Dios desde los tiempos de Abraham hasta el comienzo de la Universal. Después, el obispo Macedo aclamó a todos que dejaran que el Espíritu Santo conduzca sus pensamientos en respeto, oración y reverencia, no para contemplar la belleza del santuario físico en el cual estaban, sino para restablecer el santuario en sus vidas.
“Muchos hoy descienden al infierno, pero pocos son los preocupados por salvar sus almas, con una fe comprometida con la justicia, la verdad, la disciplina, la palabra de honra, la vida realmente entregada en el Altar”, dijo el obispo, recordando que Israel prosperó y tuvo vida plena mientras se dirigía a Dios, pero que cayó cuando comenzó a prestarle atención solamente a sus voluntades.
El obispo les explicó a todos también que las ofrendas en el Altar no se resumen al plano físico o económico. “Cuando tenemos fe para dar, tenemos fe para recibir. Y hablo de dar en todos los sentidos, en nuestra real entrega en el Altar. ¿Por qué algunas Iglesias se debilitan mientras que otras crecen? Es porque eso sucede cuando usted no se da por completo, no se ofrenda a sí mismo, no ofrenda su vida, en el Altar. Solo da una parte suya.” Él destacó a todos que ese mismo Espíritu presente cuando la Universal comenzó, bien pequeña, en una glorieta de plaza, está presente hoy porque hubo una entrega total.
Una única Iglesia
Con todos reunidos en el Templo, en una nueva oportunidad de entrega a Dios de sus vidas y de sus ministerios, el obispo Macedo oró para que Dios hiciera de ellos una Iglesia única, comprometida con Su reino. “Pido no solo por la Universal, sino por toda nuestra Iglesia. Si alguien de otra denominación gana un alma para el Señor, es uno más que lucha contra el infierno. Tenemos este pensamiento unánime, que Jesús vuelva lo más rápido posible. Pero sabemos que aún hay gente que no oyó hablar de Ti, entonces, úsanos, a los que estamos aquí y a los que no pudieron venir.”
Un solo Espíritu era evidente en el Templo, y fue esa la tónica de la reunión. Al final, el obispo Macedo oró para que Dios bendijera a todos, que serán “siempre bienvenidos a nuestro medio”.