El hecho de que algunas personas vivan de apariencia dentro de las iglesias hace que toleren el pecado. Generalmente son personas que no se permiten sacrificar, no aceptan de ninguna manera que el Señor Jesús las transforme completamente.
¡La Palabra, en sí, sin la práctica, mata! En el interior de las iglesias hay personas que necesitan que Dios las levante. Y por donde Él pasa, hay una revolución, ¿pues no permite algo común o cómodo para todos, pero hace un movimiento dentro, y alrededor de cada uno! “… y una espada traspasará tu misma alma…”, (Lucas 2:35).
En el alma residen los sentimientos, es ella la que necesita ser salva, pues es donde el pecado se genera. ¿Se acuerda de que sentir es lo que nos hace pecar? La Palabra de Dios nos lleva a tomar actitudes racionales, que nos hacen dejar de sentir, para vivir usando la fe inteligente. Cuando esta Palabra se acciona con osadía y determinación, los sentimientos que pretendían dominar son “cortados”, ya no son tolerados como antes. Y esto no le permite estar frustrada, vivir en función del pasado o ser dominada por las situaciones actuales.
Cuando la Palabra de Dios traspasa la vida de una persona, conoce su verdadero estado. Cuando la Palabra penetre en su alma, entenderá, de manera racional, la manera de no tolerar más los mismos errores.