Los problemas de Sandra Aguilar comenzaron desde pequeña. “Nunca conocí a mi papá y mi mamá me dejó con mi abuela, que me crió hasta los seis años y después me dejó con su hermana”, cuenta esta mujer que con solo 10 años intentó suicidarse tomando veneno para hormigas.
“Desde los 8 hasta los 14 años sufrí varios intentos de abuso de parte de familiares. Sentía asco, era horrible despertarse durante le noche sintiendo que alguien te estaba tocando la parte íntima, me odiaba a mí misma. Con el paso del tiempo empecé a sentir que alguien se metía en mi cama, me asustaba, prendía la luz y no había nadie. Para no sufrir tanto me escapaba de mi casa, dormía en la calle. Así conocí a un muchacho, él decía que me quería y que quería estar conmigo. Pensaba que iba a formar una familia y ser feliz con él, pero cuando me quedé embarazada, vino con dinero y me dijo que fuera a practicarme un aborto. Me alejé de él, no lo volví a ver y a los 20 fui mamá.
Conocí a quien hoy es mi esposo y volví a quedar embarazada. Nos fuimos a vivir a la casa de un hermano de él, su esposa era muy celosa y por eso armamos una casilla de chapa en el fondo de ese terreno. Al tiempo él cambió, empezó a tomar, a drogarse, se puso violento y me pegaba con lo que tenía a mano. Mi vida era un gran sufrimiento, varias veces pensé en terminar con todo porque no soportaba seguir así. Mi marido me golpeaba y eso me empujaba al suicidio.
Terminamos yendo a tratamientos psicológicos en los cuales lo medicaban, le decían que tenía que despejarse para mejorar. Para evadir la realidad yo me automedicaba con antidepresivos, eso era lo que me hacía olvidar el sufrimiento.
Al tiempo, un compañero de mi esposo le habló de la iglesia y él decidió empezar a participar. Esa semana fuimos todos, pero yo estaba bajo los efectos de los antidepresivos, no entendía nada porque me automedicaba para no sufrir. Tomaba dos o tres pastillas para estar tranquila y evitar discutir. Así estuve un mes participando completamente drogada hasta que un día me tomé toda una tableta y quedé descontrolada. En ese estado agredí a mis hijos, eso me hizo reaccionar, entonces decidí ir lúcida a la reunión y comprendí lo que el pastor decía. Empecé a practicar lo que escuché y gracias a Dios las cosas empezaron a cambiar.
Pude superar mi pasado, me costó muchísimo, pero abandoné las pastillas y ahora puedo llevar una vida normal con un matrimonio pleno. Construimos la casa, mi esposo dejó los vicios, yo estoy libre de los tormentos que sufría, en definitiva, somos felices. Ya no necesito las pastillas”.
Participe usted también de la reunión de la Cura de los Vicios y compruebe en su vida o en la de un ser querido que existe una salida para este mal. Lo esperamos este domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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