Mónica Mussini era una mujer que sentía un gran vacío en su interior. Ella peleaba mucho con su familia y vecinos, además, debido a sus problemas con el alcohol llegó a caminar sin rumbo por la calle, perdida. Para intentar calmarse se refugiaba en el cigarrillo, fumaba tres atados y medio de cigarrillos por día, pero nada le daba la paz que ella necesitaba. Fueron dieciocho años los que la mantuvieron atrapada en los vicios.
De repente, ella vivió una situación dolorosa que se repitió durante un año, poco a poco fue perdiendo a sus seres queridos, eso la destrozaba por dentro. Por este motivo ella comenzó a visitar diferentes lugares en los que le tiraban las cartas, consultó curanderos, centros espiritistas. La consecuencia de consultar a los espíritus fue que comenzó a padecer tormentos espirituales. “Recuerdo que veía sombras, pensaba que mi madre me visitaba en sueños, escuchaba voces, era nerviosa, agresiva, como no veía una salida quería quitarme la vida”, cuenta.
Ella estaba en la miseria, pasó hambre y para colmo, los médicos le diagnosticaron neumonía y le dijeron que debía dejar de fumar. En esa situación desesperante ella vio un testimonio de una persona que salió adelante al participar de las reuniones de la Universal y se acercó a la iglesia.
“Me costó, no fue fácil mi proceso de liberación, pero a través de mi fe y perseverancia en las reuniones pude abandonar los vicios, fui sanada de la neumonía y vencí a la miseria. Lo más importante fue la transformación que Dios hizo en mi interior. Hoy soy una nueva persona y tengo motivos para sonreír porque Él me sostiene y fortalece”, afirma sonriendo.
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