La fórmula infalible para no volver a tropezar por culpa de las amistades
Desde la invención de las redes sociales, la palabra “amigo” se ha banalizado. En la vida offline es común escuchar a personas decir que tienen innumerables amigos o que siempre están en fiestas, reuniones y encuentros llenos de diversión y risas. Sin embargo, en los momentos difíciles, ¿cuántas de esas “amistades” realmente se muestran verdaderas?
Un estudio reciente de la Universidad de Oxford, en Inglaterra, revela que una persona puede tener entre 100 y 150 conexiones sociales, pero dentro de círculos de intimidad. El círculo más cercano, compuesto por las personas que están presentes en los buenos y malos momentos y cuya amistad perdura por años, se reduce a solo una o dos personas. Así es: cuando llegues a la madurez, tendrás, como máximo, dos amigos confiables. Todos los demás quedarán en el olvido o se convertirán en meros conocidos.
¿En quién estás invirtiendo tu tiempo?
Si las verdaderas amistades son raras, es imprescindible elegir bien con quién te relacionás. La Biblia afirma en Proverbios 13:20:
“Él que anda con sabios será sabio, mas el compañero de los necios sufrirá daño”. Proverbios 13:20
¿Te preguntaste con quién pasas la mayor parte de tu tiempo?
Para evaluar tus amistades, reflexioná: ¿cuántas veces llegaste tarde a casa y te justificaste con tu esposa diciéndole que “estabas con amigos”? ¿Cuántas veces estuviste en una mesa donde se hablaban tonterías y se contaban “chistes” que solo disfrazaban ofensas con risas?
La verdad es que los hombres, especialmente los más jóvenes, prefieren rodearse de personas que refuercen su comportamiento, por más erróneo que sea. Pensemos en un sujeto al que llamaremos Enzo. Le gusta ver mujeres semidesnudas en internet. Uno de sus amigos ya dio un paso más y ahora también mira con malas intenciones a las mujeres que pasan por la calle. Un segundo amigo de Enzo, además de mirarlas, les hace comentarios inapropiados, justificándolo como un simple “piropo”, cuando en realidad eso se llama acoso. ¿Cuánto tiempo creés que pasará antes de que Enzo empiece a imitar ese comportamiento? Y cuando lo enfrenten, su respuesta será siempre la misma: “mis amigos me influenciaron”.
De hecho, la influencia existe, pero la responsabilidad de las acciones recae sobre quien las adopta, es decir, sobre cada persona. Echarle la culpa a los demás es inmaduro e inútil, porque la consecuencia de los errores no depende de quién influenció a quién.
Cuando termines de leer esta página, abrí tu WhatsApp y revisá en cuántos grupos hay imágenes de mujeres. Salí de todos esos grupos. Si un amigo te envía contenido inapropiado en una conversación privada, bloquealo.
Y no te engañes creyendo que los demás son así, pero vos no. Incluso la ciencia lo demostró en un estudio de la Universidad de Tulane, en Estados Unidos: los hombres buscan en sus amigos características similares a las suyas. Es decir, si tus amigos son mujeriegos, irresponsables y hablan con vulgaridad, es porque vos hacés lo mismo o, al menos, te sentís cómodo en ese ambiente.
No seas ingenuo al pensar que lo que hacen las personas a tu alrededor es inofensivo. La Biblia deja muy claro que la elección de las amistades traerá uno de estos dos resultados: sabiduría o destrucción.
Si tu amistad no te está volviendo más sabio, te está destruyendo. Ya entendiste cuál es la única solución para no meterte en problemas por “culpa” de los amigos, ¿verdad?
Intellimen
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