Un estudio muestra que la franja etaria que en otros tiempos estaba llena de sueños y esperanza se está sintiendo deprimida y presionada
El deseo de ser feliz es un consenso que no se restringe a la etnia, género ni edad, pero ¿todos logran distinguir qué es, de hecho, ser feliz?
La psicóloga cognitivo-conductual Rejane Sbrissa, explica: “La felicidad, por definición, es un sentimiento de satisfacción con uno mismo y con el entorno en el que se vive. Es bienestar emocional, contentamiento. Este sentimiento está influenciado por factores internos y externos. Es una postura frente a la vida.”
En cifras…
Declararse feliz no está necesariamente asociado a lo que la persona posee o deja de poseer, sino a la forma en que percibe su realidad. Además, la búsqueda de la felicidad es una característica intrínseca del ser humano.
Rejane hace una distinción entre alegría y felicidad:
“Las personas confunden alegría con felicidad. Acontecimientos alegres, que nos hacen bien, que nos hacen sonreír —ya sea por pensamientos propios o por eventos externos— son momentos pasajeros. Pero la verdadera felicidad no puede depender de nada ni de nadie. Proviene del autoconocimiento, de la seguridad interna de saber que, incluso en la adversidad o ante la ausencia de momentos alegres, seremos capaces de superar cualquier desafío”.
El World Happiness Report (Informe Mundial de la Felicidad) clasifica a los países según los niveles de felicidad y bienestar de su población. El ranking se establece con base en las respuestas que los ciudadanos dan a determinadas preguntas, que este año evaluaron cuestiones como la amabilidad, las comidas compartidas, las conexiones sociales, el tamaño de las familias, los lazos familiares y la desconfianza social. Brasil ocupó el puesto 36, ocho posiciones por encima del año anterior, entre los 147 países evaluados en la edición 2024.
Un dato curioso, sin embargo, que afecta a todo el mundo, es el grupo de edad que se declara más infeliz: los adultos jóvenes de entre 18 y 29 años.
¿Infelices? ¿Por qué?
Rejane destaca que la falta de madurez, conocimiento y aprendizajes de vida contribuyen a la sensación de infelicidad en ese grupo etario, y añade:
“Hoy en día, con tanta información disponible todo el tiempo, tenemos la impresión de que hay muchas oportunidades, lo que genera muchas expectativas y autoexigencia. Y si lo esperado no ocurre —o no ocurre rápidamente— los jóvenes creen que son fracasados. Pero, en realidad, es solo que la información llega rápido, y muchas veces ni siquiera es verdadera”.
En otras palabras, la infelicidad entre los adultos jóvenes está relacionada con la sensación de incompetencia y fracaso. Otro punto que el informe enfatiza es que la conexión social también es un factor influyente, ya que, a pesar de que los jóvenes tienen una mayor cantidad de amigos, la calidad de esas relaciones no siempre garantiza que recibirán apoyo al enfrentar una situación adversa.
Se puede ser feliz
Momentos tristes y contrarios a nuestras expectativas forman parte de la vida y son inevitables, pero cuando la infelicidad es constante, lo ideal es buscar la ayuda de un profesional de la salud. Sin embargo, sí es posible ser feliz a pesar de las adversidades.
¿Cómo? Rejane responde:
“Invertir en autoconocimiento, descubrir qué te hace feliz, salir de las sugerencias externas sobre qué es la felicidad, pasando del “tenés que tener” al “tenés que ser” para sentirte feliz con vos mismo y, en consecuencia, con la vida. La felicidad está en saber quiénes somos y qué hicimos hoy”.
Felicidad constante
El estudio también indica que las personas mayores son las más felices. La explicación puede estar en que, con el paso del tiempo, la madurez trae otras perspectivas sobre lo que realmente nos hace felices. Sin embargo, no es necesario llegar a la tercera edad para alcanzar ese nivel, porque la Palabra de Dios enseña el camino.
Varios versículos revelan cómo podemos ser “bienaventurados”, es decir, plenamente felices y bendecidos. Uno de los ejemplos está en el Salmo 1:1-2: “¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!”
La verdad es que invertir en tu relación con Dios es el secreto para alcanzar una felicidad plena que no se sacude ni siquiera en los momentos de tristeza.