La empresaria europea Luisa Alcaçarenho (foto) es cofundadora de InBiz, una empresa portuguesa que se dedica al área de consultoría, networking, oficinas virtuales y físicas. Según ella, la empresa tiene disponible desde espacios para reuniones y puestos de trabajo divididos, hasta oficinas aisladas con llave en mano. “La InBiz asumió, desde su creación, la responsabilidad de ‘ser socia para su negocio’”, destaca Luisa.
Recientemente ganó prominencia en los medios de comunicación portugueses y dio una entrevista a la revista mensual “Puntos de vista” dedicada al público empresarial. Ella habló de su proyecto de negocio y de las nuevas vertientes empresariales en Portugal, además de la perspectiva para el futuro en su área de actuación.
Para la empresaria, la InBiz representa “una realización personal y una manera de crecer profesionalmente”. Desde joven, ella ya planeaba tener una carrera profesional que la realizara. Por eso decidió graduarse en gestión de recursos humanos y en contabilidad. La segunda graduación (en contabilidad) ocurrió de una manera “extraordinaria”, como la propia Luisa le gusta decir, porque cuando se inscribió para el curso, se le negó la matrícula.
“La única opción que me quedaba era inscribirme en una facultad privada en la que el curso costaba caro, y no era la universidad que yo quería. Entonces usé mi fe y contesté el rechazo. Al final de ese año, recibí una carta en mi casa para que me dirigiera a la universidad a realizar mi matrícula”.
Sociedad con Dios
Luisa cuenta que aprendió la importancia de la comunión con Dios desde la infancia, algo que considera un privilegio para su vida, ya que contribuyó para que desarrollara un carácter íntegro.
“Esto me da paz y tranquilidad, a pesar de que a veces pareciera que el mundo se cae sobre mí. Puedo contar muchas bendiciones que, a lo largo de 24 años, obtuve a través de la fe y del sacrificio, pero la mayor de ellas fue conocer al Verdadero Dios y tener Su presencia en mi vida “, enfatiza la empresaria.
Luisa observa que esa sociedad con Dios permitió que muchas puertas se abrieran en su vida, colaborando con su éxito profesional. Al principio de su carrera, por ejemplo, hizo una pasantía en una empresa que no tenía la política de efectivizar a alumnos pasantes, sin embargo, después de dos meses, fue invitada para formar parte del personal. Más tarde, se unió a un proyecto en el área farmacéutica y, en la nueva empresa, llegó a la dirección financiera y a la dirección general.
El poder que nos aparta de Dios
Pero, a pesar de ser un cargo que le proporcionaba estabilidad y comodidad material, Luisa tenía que dedicar mucho tiempo para cumplir con sus responsabilidades.
“Llegó el punto en el que yo estaba trabajando tantas horas que comencé a sentir que mi enfoque principal era el trabajo, y eso perjudicaba mi comunión con Dios. Entonces mi sacrificio fue renunciar a ese empleo en el cual me sentía segura y realizada y quedarme en la dependencia de Dios. Fue entonces cuando comencé el proyecto de contabilidad, auditoría, gestión y, recientemente, un centro de oficinas. Incluso en tiempos de crisis, hay nuevos clientes cada mes “, resalta Luisa.
La empresaria también advierte lo que sucede en el mundo de los negocios: “El poder del dinero y de la posición llenan el ego de los empresarios que, por eso, dejan a Dios de lado. Mi objetivo es ser capaz de demostrar que sólo Dios llena el vacío y nos da la paz y la felicidad”.
Usted es su mayor inversión
Para el pastor Manuel Teixeira (foto abajo), que realiza el proyecto mensual del Encuentro Empresarial en la Universal de Lisboa, en Portugal, reunión a la que Luisa asiste con frecuencia, la inversión más grande que un empresario exitoso puede hacer, es en sí mismo.
“Todo empresario quiere el reconocimiento por su trabajo, ya que es algo que trae satisfacción personal, profesional y aumenta la autoestima, además de traer las comodidades materiales. Sin embargo, no es fácil alcanzar el nivel de reconocimiento sin tener una base sólida y estructurada. Algo que les hace falta a muchos empresarios que terminan opacados ??por el deseo de simplemente ganar dinero “, observa el pastor.
Según él, es importante que el empresario sea consciente de que la riqueza es un don de Dios. Sin embargo, para que Él deposite la prosperidad en las manos de una persona, se requiere en primer lugar, que la misma entregue toda su vida en las manos del Señor.
“En la economía actual, vemos empresas prósperas, que crecieron de manera alarmante, y que por no estar en el Altar del sacrificio, cayeron vertiginosamente. El dinero nunca puede ser su prioridad. Su compromiso con el éxito tiene que estar fundamentado en la inversión espiritual, esto quiere decir, que lo más importante que un hombre puede alcanzar es: el Espíritu Santo. Es Él quien inspira, dirige y nos fortalece en momentos difíciles”.
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