A la hora de proponerse el objetivo de la realización sentimental, uno se dispone a trabajar en sí mismo para vivir un amor pleno. Nadie comienza una relación o invierte en un amor pensando en desistir, sin embargo, hay situaciones que hacen que las ganas de terminar con todo terminen haciendo que muchas personas abandonen el deseo de ser felices.
Hay diversas causas por las que uno desiste del amor, algunas son:
• Celos excesivos
• Pareja posesiva
• Divorcio
• Traición
• Depresión por no sentirse valorado
• Agresión física o verbal
• Intervención de la familia en la pareja
• No conocer a ningún buen candidato.
Si usted está enfrentando alguna de esas crisis o está pensando en desistir, tenemos un desafío para usted: No abandone su vida amorosa antes de participar de la Terapia del Amor el próximo 17 de noviembre.
Propóngase venir e invite a su pareja o a su ex si así lo desea para participar del encuentro de la Terapia como si se tratase de la última oportunidad de estar juntos.
Lo que pocos dicen es que para conquistar al verdadero amor es necesario luchar. En esa lucha hay momentos en que parece que todo conspira para que el amor muera antes de que florezca. El detalle radica en que para que el amor florezca es necesario colocar en práctica algunas herramientas especiales que aprenderá a usar en el próximo encuentro de la Terapia del Amor.
No deje su vida sentimental en segundo plano, luche por su felicidad. Anote en su agenda y esté presente el próximo jueves a las 10, 16 y 20 h en la Terapia del Amor, Av. Corrientes 4070, Almagro.
La separación no impidió que volvieran a amarse
Héctor y Olga vencieron todas las dificultades que les impedían ser felices por completo, gracias a la Terapia del Amor lograron fortalecer su amor y hoy disfrutan de un matrimonio bendecido.
“Estuvimos casados durante siete años, nuestro noviazgo fue muy lindo pero nuestro matrimonio era una guerra. Nos tirábamos con ladrillos, había golpes con palos, era un infierno”, recuerda él y ella destaca que ella era un monstruo, le tiraba ladrillos a su marido. Finalmente, tras siete años de un tortuoso matrimonio se separan.
“Tuvimos dos hijos, yo no permitía que él los viera. Tenía mucho odio, mucho rencor. Era horrible lo que sentía, pero un día me acerqué a la Universal y empecé a luchar para cambiar.
Hubo un día en que por algo muy feo que mi hijo había hecho me acerqué a mi exmarido a pedirle ayuda, en ese momento me di cuenta de que lo había hecho sufrir y empecé a pedirle perdón en ese mismo instante olvidándome de que iba a buscarlo para resolver el tema de mi hijo”, recuerda ella.
“Yo iba a otra iglesia y siempre pensé que Dios no podía cambiarla, pero cuando vi el cambio de ella, me emocioné, no podía creerlo. Hoy estamos muy bien, pasamos todo el día juntos”, reconoce emocionado. Dios permitió que volvieran a vivir su amor, pero esta vez con sabiduría para que nada interfiera entre ellos.
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