Las disputas entre religiones siempre han existido. Incluso, en determinados países del oriente, actualmente los extremistas siguen matando por sus creencias. Si bien en el occidente no hay ese nivel de violencia, hay algunos religiosos que insultan o denigren a los que no tienen la misma fe. Lamentablemente, en el ámbito cristiano sucede algo similar. Algunos consideran que deben defender su fe agrediendo verbalmente a otras personas. Esas actitudes incomprensibles de intolerancia y de falta de respeto han alejado a las personas de Dios.
Estimado lector, el Señor Jesús no tiene nada que ver con las malas actitudes de los falsos cristianos. Al contrario, Él desea ayudarlo y darle una vida diferente. Quizás, en este momento, usted se sienta inmerecido e incapaz de ser perdonado por Dios, pero eso es lo que el mal quiere que usted crea.
La fe que resuelve
“Entrando Jesús en Capernaum, vino a Él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di una palabra, y mi criado sanará”, Mateo 8:5-8.
Capernaum era un antiguo poblado ubicado en Judea, y en aquel entonces, tanto Judea como Galilea estaban sujetas a la autoridad romana. Por ese motivo, ese oficial del ejército estaba allí.
Aunque tenía una autoridad jerárquica importante, el centurión sabía que la autoridad del Señor Jesús estaba por encima de la suya porque Su soberanía era Divina. Jesús estaba dispuesto a ir a su casa para curar a su criado, pero él no se sintió digno de que el Altísimo pusiera Sus pies en su hogar. Sus pecados lo hacían sentir inmerecido.
Los centuriones oprimían al pueblo judío, tenían prácticas diferentes a ellos y adoraban esculturas creyendo que eran sus dioses. Es decir, este soldado era todo lo opuesto a lo que Jesús representaba. Sin embargo, usó su fe. Observe lo que el Señor dijo sobre él:
“Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que Le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe”, Mateo 8:10.
Usted es importante para Jesús, Él no lo juzga y no Le interesa los pecados que haya cometido. Él promete cambiar su vida si ve que es sincero y que desea abandonar los malos caminos.