Usted prende la computadora y el mundo le abre las puertas. Algunas personas realmente creen que todo lo que buscan está posteado, es seguido y está compartido en las redes sociales. Es fácil sentirse así frente a la cantidad de información disponible on line, día tras día. Información sobre deporte, arte, celebridades, consejos de salud, consejos emocionales, sin mencionar la innumerable cantidad de atrayentes games y, principalmente, la posibilidad de relacionarse con casi cualquier persona.
Algún tiempo atrás, el número de “amigos” o seguidores en las redes sociales se hizo tan o más importante que la cantidad de personas que se conocen personalmente.
Es posible encontrar muchas cosas agradables y volver a ver cualquier contenido que le parezca interesante. Se crea una red de perfiles y seguidores que comparten entre sí mensajes, imágenes, noticias, bromas, entre otras cosas. Todo movido por el deseo de darle voz a lo que piensan y, más que eso, ver que a las personas les gusta lo que están compartiendo.
Al poder hablar y leer sobre todo se construye un mundo on line, una representación de la realidad.
Representación superficial
Seguir, comentar, compartir, jugar. Seguir, comentar, compartir, jugar. Seguir, comentar, compartir, jugar. Y al apagar la computadora, sentir que sigue faltando algo.
Así se sentía Sara cada vez que se desconectaba. Aunque hubiera pasado todo el día frente a la pantalla, el deseo de permanecer ahí, persistía, provocando que en muchas ocasiones olvidara dormir, bañarse e inclusive, comer.
“Yo me divertía tanto en internet que cuando apagaba la computadora, nada parecía gustarme”, recuerda.
Según la socióloga y profesora de Massachusetts Institute of Technology (MIT), Sherry Turkle, la interactividad online es capaz de enmascarar el mundo real. En el mundo virtual todo es realizable y posible, las personas pueden ser anónimas o famosas – de acuerdo a su deseos-, y la opinión puede postearse sin miedo a represalias. Muchas veces, esos puntos tienen ventajas sobre la vida real, donde cada actitud tiene una consecuencia.
La facilidad de contactar personas, también es atractiva. Nadie quiere quedarse solo. Y tener centenas de contactos da la sensación de que se está interactuando con muchas personas.
Sin embargo, la verdad es que, el mundo virtual aparta cada vez más una persona de la otra. En lugar de tomar un café juntos, conversar personalmente o practicar actividades agradables entre amigos, se pierde mucho tiempo haciendo comentarios simples (que, la mayoría de las veces, no contribuyen ni edifican nada) o esperando que alguien responda con pequeños mensajes.
“Muchas veces dejé de salir para permanecer on line”, cuenta Sara. “Perdí muchos amigos y muchos momentos importantes de mi vida.”
La situación de Sara se repite en millones de otras personas, con mucha frecuencia, se debe a la facilidad de acceder a internet. Las personas, simplemente, no pueden permanecer offline, ya que cuando salen de internet, sienten su mundo vacío.
Viviendo el mundo real
Aunque internet provea una sensación de bienestar temporario, no es capaz de hacer que ese sentimiento se prolongue. Las relaciones por internet son superficiales y por eso, no logran construir bases sólidas. El vacío que se siente al apagar la computadora no es por la falta de internet, sino por la falta de algo mayor, que internet finge ser: relaciones interpersonales.
El ser humano es, necesariamente, un ser de actividades colectivas. Por eso es tan importante establecer relaciones con otras personas. La facilidad de internet atrae, pero no llena. Para que la persona satisfaga plenamente su necesidad de actuar en sociedad, es necesario construir relaciones verdaderas con personas reales.
Es bueno estar online, pero es necesario saber compensar la importancia entre el mundo real y el mundo virtual. Establezca el tiempo que permanecerá conectado, salga de la computadora y practique actividades en grupo. Después, internet no le será tan necesaria.
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