Con más de 3 millones de visualizaciones, un video llamó mucho la atención en Facebook. En él, un padre levanta a su hija después del nacimiento y, con una oración, la presenta a Dios.
Vea el video a continuación:
La actitud del padre de la niña nos recuerda una práctica bíblica, por la que hasta el propio Señor Jesús pasó: los dos padres presentaron (consagraron) a sus hijos, después del nacimiento, a Dios:
“Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor.” Lucas 2:22
Pero, ¿usted sabe por qué Jesús fue presentado, y no bautizado, como es tan común en algunas prácticas religiosas?
¿Bautizar o consagrar?
El bautismo representa la confesión pública de que la persona acepta al Señor Jesús como Su único y suficiente Salvador, y que, a partir de aquel momento, está muriendo para una vida de pecado y comenzando una nueva vida, basada en los preceptos cristianos.
Es una decisión importante y que representa la creencia en el plan de Salvación que Dios estableció para la humanidad:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Marcos 16:16
Creer implica tener consciencia para decidir, el niño aún no está apto para eso. Cuando los bautizan, quien está decidiendo su creencia son sus padres. Y ¿dónde está el libre albedrío en eso?
Cuando era niño, Jesús fue presentado a Dios por Sus padres terrenos, y solamente algunas décadas después Él descendió a las aguas bautismales, en una demostración de decisión voluntaria, también para dejar el ejemplo:
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.” Mateo 3:13
El bautismo es una decisión personal e intransferible. Le corresponde a los hijos decidir, más tarde, cuando sean capaces de tomar decisiones por sí mismos, el camino que seguirán. A los padres les cabe solamente enseñarles el camino de la fe:
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” Proverbios 22:6
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