Esteban Santiago, de 26 años, desembarcó el viernes 6 de enero en el aeropuerto de Fort Lauderdale, en Florida, Estados Unidos. Él tomo un vuelo en Anchorage, en Alaska, hasta Minneapolis, y después tomó otro vuelo hasta su destino final. Hasta ahí, un pasajero normal. Solo que, al desembarcar, fue a buscar su valija en la cinta transportadora de la sala de equipaje, la abrió, tomó un revólver despachado legalmente en el equipaje y comenzó a dispararle aleatoriamente a quien se encontraba en el lugar. Cinco personas murieron y ocho resultaron heridas. Después de los disparos, él se entregó a la policía.
Esteban, que sirvió 10 meses en Irak, sin haber participado de conflictos armados en el lugar, buscó, en noviembre del año pasado, a una agencia del FBI en Alaska, donde vivía, para contarle que escuchaba voces que lo obligaban a mirar videos del Estado Islámico y que le aconsejaban a ser violento.
Una tía del joven, María Luisa Ruíz, afirmó que su sobrino no estaba bien, que había cambiado de comportamiento hacía algunos años y, en los últimos tiempos, había “perdido la cabeza”. “Parecía que estaba fuera de sí, decía que veía cosas”, contó ella.
El mal de Esteban
Esteban afirmó que las voces en su cabeza era responsabilidad de la CIA (agencia de inteligencia del gobierno norteamericano), que creía que estaba controlando su mente. Sin embargo, la verdad es que los pensamientos del muchacho estaban bajo otro dominio.
La Biblia afirma que “… no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12).
“El mayor conflicto que las personas enfrentan no es externo, sino en su interior, en su mente. Es donde todo comienza. La mente es el principal campo de batalla del diablo. Es el lugar donde él siembra sus pensamientos”, afirma el obispo Domingos Siqueira.
Esteban buscó la ayuda del FBI para controlar sus pensamientos y también hizo terapia durante algunas semanas, pero eso no fue capaz de vencer el mal que lo afligía. Él no comprendió que utilizó las armas equivocadas contra un enemigo que no conocía. “Nosotros estamos en una gran batalla, que se desarrolla en la esfera espiritual”, destaca el obispo.
Es muy importante para todos, inclusive para los cristianos, darse cuenta de que las fuerzas espirituales enemigas de Dios actúan a través de los pensamientos. “Satanás imita a Dios en todo. El Espíritu Santo trabaja con la Palabra y, con ella inspira nuestra mente con pensamientos Divinos. Satanás también trabaja con la palabra, como hizo con la mujer en el Jardín del Edén. Él contamina la mente humana con sus pensamientos de duda, y es exactamente allí que él ha prevalecido. Siempre que el diablo llegue con un pensamiento, sea cual fuere, debemos combatirlo en la fe”.
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