El cartílago cumple una función protectora en las articulaciones y permite que esta se mueva de forma suave, también absorbe los golpes cuando se ejerce presión sobre la articulación. Sin embargo, cuando se degrada el cartílago debido a la artritis, los huesos empiezan a rozarse y comienzan a aparecer los dolores y la inflamación. En casos en los que no hay tratamiento o la enfermedad es muy agresiva, se producen deformaciones en las articulaciones.
Este trastorno no tiene causas conocidas, solamente se sabe que es una enfermedad inflamatoria autoinmune que afecta principalmente a las pequeñas articulaciones de manos y pies, produciendo su destrucción progresiva y generando distintos grados de deformidad e incapacidad funcional.
Los tratamientos existentes apuntan a reducir el dolor, mejorar la movilidad y prevenir un daño mayor en la articulación, pero no hay una cura eficaz de la enfermedad.
“El médico me dijo que no tenía cura”
María Rosa Bilyk estaba preocupada porque su salud estaba destruida y su matrimonio también, pero encontró la solución a través de la fe. “Me había separado, estaba con depresión y tenía problemas en la cervical. Me sacaron una placa y aparecía que en la columna se me habían formado cinco picos de loro, por lo que andaba continuamente con dolor. El problema avanzaba y el dolor era insoportable, además tenía infección urinaria cada seis meses, el médico me dijo que si seguía así debía ir a diálisis.
Un día mi esposo escuchó en la radio la programación de la Universal y me propuso que fuéramos porque estábamos intentando recuperar nuestra relación, pero todo empeoraba cada vez más. Acepté porque estaba enferma de artrosis y artritis deformante, recuerdo que los dedos de las manos se me estaban deformando. Hacía las cosas pero con mucho dolor, por más que tomaba medicación, el dolor seguía. Para mi sorpresa desde el primer día que fui a la iglesia mi vida comenzó a cambiar, esa noche pude dormir.
Participé de las reuniones y las enfermedades poco a poco fueron desapareciendo y el matrimonio fue restaurado. Hoy estoy libre del tormento espiritual y puedo decir que soy feliz gracias a Dios”.
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