El domingo 29 de marzo, a las 18 horas, el obispo Macedo en su visita misionera a Argentina, subió al Altar del Templo de la Universal en Buenos Aires – el mismo en el que estuvo hace once años para su inauguración – y dio comienzo a la reunión que fue transmitida a todo el país.
El obispo comenzó enseñando la importancia de tener nuestros pensamientos unidos a los pensamientos de Dios, y explicó que Él no habla en nuestro corazón sino en nuestra mente: “Dios usa nuestra inteligencia, sopla Sus pensamientos y, si obedecemos esa inspiración, tendremos éxito en nuestras vidas.” Pero aclaró que “Dios no cambia nuestra vida Solo, Él necesita nuestra participación.”
También enseñó que el sentimiento es la causa del sufrimiento de muchas personas, y por causa de él son muchos los que tienen sus vidas trabadas, orientando de esta manera a la importancia de que ejercitemos una fe racional e inteligente.
Enseguida el obispo invitó a que se aproximaran al Altar aquellos que querían recibir la vida que Jesús vino a traer, e intercedió ante Dios en oración por la vida de todos los presentes.
Después de la oración, el obispo invitó al obispo Djalma a que consagrara los elementos que representan el Cuerpo y la Sangre del Cristo, para la Santa Cena de la Gratitud. En esa oportunidad, todo el pueblo agradeció a Dios por el privilegio de estar en Su presencia.
En los momentos finales el obispo Macedo y el obispo Djalma unieron la fe para orar por todos los que se encontraban perdidos, llevándolos a través de la fe a encontrarse con el Señor Jesús.
“Mi Padre, toca a estas personas, pues yo no acepto que ellas salgan de este lugar con los mismos pensamientos que las trajeron aquí hoy. Que haya esa transformación.” Fue lo que el obispo determinó a través de su oración, que con prontitud fue atendida.
La reunión finalizó con el obispo Macedo agradeciéndoles a todos, y fortaleciendo la enseñanza de usar siempre la fe inteligente. El Domingo de la Gratitud no podría haber sido en una mejor oportunidad, ya que todos salieron agradecidos por las preciosas enseñanzas que Dios proporcionó al pueblo argentino esa tarde.