Las mujeres no son las únicas que pasan por eso
“¡A la mujer de un matón le gusta ser golpeada!” o “El me maltrata, pero lo amo, ¡por eso aguanto! Esas son algunas de las frases que oímos de mujeres que se someten por la falta de cariño, de atención y hasta soportan la violencia física y emocional. Pero eso también puede suceder con los hombres.
La psicóloga Roseleide da Silva Santos resalta: “Para que exista un dominado, tiene que haber un dominador, y el papel del dominado no siempre es la mujer. Ambos pueden sujetarse a una situación y satisfacerse con migajas, porque la autoestima está tan baja, que no consiguen notar que eso está mal.”
En el comienzo de este tipo de relación, la persona no siente que está siendo llevada a una relación de constante humillación. “Entonces comienza a vivir en función del otro, no hay una inversión en su persona, no considera que su propia vida es importante. Un amor real hace progresar, evolucionar como persona, nos abre a la vida para cosas nuevas y buenas.”
Sentimiento mutuo
Roseleide explica que una relación así no puede ser tener el nombre de “amor”, porque ese sentimiento permite el intercambio. “Cuando vemos a una mujer, o un hombre, que “ama” a alguien y no es correspondido, es maltratado, no podemos llamar a eso amor, pues el amor es un sentimiento mutuo. Podemos decir que una persona que se relaciona de esa manera no tiene amor propio, no se respeta, se anula, se destruye, se sujeta a eso para tener el amor del otro.”
A causa de esa sujeción, de esa humillación desmedida, es que el otro se siente con derecho de faltarle el respeto y dominarla cada vez más. “La persona se humilla más para tener del otro lo que no tiene de ella misma. Un maltrato personal, humillación, que ella interpreta como amor”, apunta Roseleide.
Esa entrega sin límites sucede porque la persona dominada no conoce el verdadero significado del amor. “Si yo no se lo que es amar, transfiero al otro la responsabilidad y conquisto a alguien para que me ame. Eso sucede porque la persona no sabe lo que es vivir un amor saludable, de intercambio de sentimientos. Tenemos que aprender que necesitamos del otro, pero no dependemos de él.”
La puerta de salida
Romper esa “bola de nieve” que se vuelve una relación dominante es una cuestión de conciencia, de auto-observación. “Cuando la persona siente que está siendo maltratada, tiene la sensación y la percepción de la falta de respeto, de la humillación, cuando el aprecio personal comienza a cuestionar todo lo que está viviendo y para donde esa relación lo está llevando, comienza la etapa de desenmarañarse de la relación”, resalta la psicóloga.
Pero los problemas pueden ser mayores si la persona no consigue romper a tiempo con ese sufrimiento y humillación. “Porque puede evolucionar a una relación obsesiva, volviéndose patológica. Es lo que más se ve en la televisión, hombres y mujeres que son capaces de arruinar sus vidas, y la del otro, por una relación enfermiza, que ellos llaman amor”, finaliza la psicóloga.