Con las luces del Templo de Salomón apagadas, el obispo Edir Macedo propuso un desafío a los más de diez mil voluntarios que asistieron a la reunión de obreros en el lugar: “¿Quién se atreve, en este momento a levantarse y venir corriendo hasta el Altar?” Ninguno de los presentes en el Templo, ni en los otros lugares donde se transmitió la reunión por videoconferencia, se atrevió a caminar en medio de la oscuridad. Con eso, ejemplificó la importancia de estar atento a la dirección que viene del Altar.
“Cuando llegamos a Jesús, estábamos con una mano atrás y otra adelante. De a poco, la luz de Dios fue iluminando nuestros ojos espirituales y descubrimos nuestro potencial con la fuerza de la fe. Miramos hacia el Altar, que es el lugar donde se resuelve todo. Sin embargo, de la misma forma que por la fe es posible conquistar la vida, por la duda, usted pierde la vida y encuentra la muerte”, enfatizó.
En el mismo espíritu
El obispo leyó una oración hecha por el Señor Jesús, registrada en Juan 17, que relata lo que Dios espera de sus hijos. “En esta oración, Jesús se centra en las almas, en la unidad de la fe. Esta unidad de la fe es la unidad del Espíritu Santo”, dijo el obispo.
Pero, ¿cómo es posible que miles de cristianos, con ideas y crianzas tan diferentes, mantengan una unidad? El obispo Macedo explicó que esa cohesión es posible a través de la obediencia y el respeto a una sola palabra: la Palabra de Dios. Es a través de ella que se tiene la misma dirección y discernimiento.
Un único objetivo
Hay algo en común en todos los que tienen el Espíritu Santo: el deseo de ayudar a los que necesitan. “Es imposible que alguien que tiene el Espíritu Santo se preocupe tanto por sí mismo. Cuando el Espíritu Santo, el espíritu de ganar almas, descendió sobre mí, mi mente no pensó en otra cosa”, aclaró.
Pero no sirve de nada ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo. Por eso la advertencia sobre las almas vale principalmente para la propia. Por lo tanto, le corresponde a cada uno analizarse. “La consideración que usted tiene para con Dios es la misma que usted tiene con su salvación”, enfatizó el obispo.
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