Cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio, ellos colocan en práctica los objetivos en común, para que lograr ser exitosos. Si los pensamientos e ideales son los mismos, ellos superan las adversidades con más facilidad.
Con relación a la fe no es diferente. Cuando el marido y la esposa tienen la misma visión espiritual, la oportunidad de vencer los obstáculos es mucho mayor. “Es importante que los dos tengan al Espíritu Santo como aliado. Como nada puede vencerlo, nada tampoco será capaz de impedir la felicidad de una pareja que están juntos en la misma fe”, afirma el obispo Ronaldo Carneiro.
Para eso, el cónyuge que pasa a tener fe debe actuar con sabiduría para conquistar a otro al punto de que él desee también tener la misma visión espiritual. “Cuando la Biblia dice que la mujer sabia edifica la casa, eso vale también para el hombre. La sabiduría consiste en hacer las cosas en el tiempo correcto, en la hora correcta y en el lugar correcto”, dice el obispo.
Eso quiere decir que, en vez de intentar convencer a la persona con palabras, exigiendo de ella un cambio forzado, es necesario tener prudencia. “El convencimiento es la obra del Espíritu Santo. Él es quien convence a la persona del pecado, de la injusticia y del juicio. Lo que se debe hacer son propósitos de fe, leer la Biblia, orar, ayunar y confiar. El resto es de Él”, agrega.
La mujer debe ser siempre cuidadosa con las cosas del hogar y con el marido y él debe ser comprensivo con la esposa. Al final, ¿si él cónyuge no nota algo positivo en su fe, que provecho tendrá para desear también tenerla?
Al expresarle al cónyuge que sus actitudes positivas son resultado de su fe, seguramente él cambiará los pensamientos. “El secreto para ganar al cónyuge que no está en la misma fe no depende de ninguna palabra, sino de su procedimiento”, afirma el obispo.
Es importante que la persona que está de novia o comprometida evalúe las creencias de la pareja antes de casarse. ¿Cómo construir un hogar con alguien que tiene una fe diferente? Las diferencias los guiarán por caminos opuestos y, si tienen hijos, ellos se confundirán entre dos opciones de fe. En el caso que tengan una visión espiritual divergente, la unión no debe realizarse, pues, en el futuro, los conflictos pueden aumentar.
Ella luchó por él
Ilda Oliveira, de 52 años, y Sebastião Freire, de 58 años, (foto de al lado) tienen la misma visión espiritual. Pero ella tuvo que luchar durante un año para que su marido cambie de pensamiento.
Hace 26 años, ella comenzó a ejercitar la fe en la Universal y hasta fue curada de muchas enfermedades. Su marido, que seguía otras doctrinas religiosas, se burlaba de su fe. “Él iba atrás mío a la Universal para pelear con los pastores. Un día, puso mi valija arriba de la cama y me dijo que me vaya a vivir con el pastor”, recuerda.
A pesar de los conflictos, Ilda no dejaba de hacer sus oraciones por su marido. En casa, no peleaba ni lo forzaba a tener la misma fe. Al contrario, estaba tranquila, era una buena esposa y practicaba lo que aprendía por medio de las enseñanzas de Dios, siempre perseverando en las reuniones por la familia Universal. “Intenté varias veces llevarlo a la fuerza, pero no servía. Entonces, vi que él tendría la misma fe que yo sin decir ninguna palabra, solamente con mi proceder”, dice.
Un año después, Sebastião decidió acompañarla a la Universal para burlarse una vez más de su fe. Pero tuvo una experiencia diferente. “La iglesia estaba cerrada y el pastor predicaba abajo del viaducto. Todos tenían los ojos cerrados, estaban orando, y solo él estaba con los ojos abiertos. Pasó un auto y el conductor tiró guayabas que casi le pegaron en el ojo. En aquel momento, él vio que Dios lo libró del accidente. Entonces, él cambió su pensamiento sobre la fe”, cuenta Ilda.
Aprendieron juntos
Ruth Paschoal Marasco, de 72 años, y Geraldo Marasco, de 76 años, (foto de al lado) permanecieron muchos años indefinidos en la fe, siguiendo doctrinas religiosas. “Yo acompañaba a mi marido a la religión de él, pero veía que faltaba algo. No sabía cómo hacer para estar libre de los problemas”, dice Ruth.
Hace aproximadamente ocho años, ella comenzó a frecuentar las reuniones en la Universal y aprendió a ejercitar la fe para solucionar sus conflictos. Y también pasó a luchar para que su marido la acompañara.
Geraldo ya mantenía una relación con Dios hace muchos años y conocía las enseñanzas bíblicas. Sin embargo, no sabía cómo obtener algunas bendiciones, pues vivía una fe religiosa. Un año después, comenzó a acompañar a su esposa y aprendió que la fe sobrenatural sería capaz de producir los resultados que necesitaba. “Ella me decía que necesitaba alcanzar la liberación de los problemas. Entonces, dejé de frecuentar la iglesia que yo iba para ir juntos a la Universal”, afirma Geraldo.
Como se ve en los ejemplos, es posible que un cónyuge conquiste al otro cónyuge para que él tenga la misma fe, siempre que la persona actúe con sabiduría y con la dirección dada por medio de las enseñanzas de Dios. Es importante que el marido y la esposa caminen juntos a una nueva vida espiritual en común, transmitiendo la misma visión y siendo ejemplos de fe para su familia.
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