“Mi vida era un desastre, llegué con problemas en la familia, tomaba, fumaba, también llegué a drogarme. Tenía un carácter muy fuerte, era muy agresiva.
Llegué a la Universal, pero no creía en nada. Al principio me enojaba, pero finalmente entendí que necesitaba ayuda. Era terca, no quería cambiar, mi vida era oscura, tenía muchas pesadillas. Pero con el tiempo, Dios me liberó de todo, pero no cambié mi carácter y cuando todo se estaba encaminando, me aparté y mi vida se convirtió en una desgracia.
Volví por mi sobrina, estaba en la EBI y me invitó para que la viera actuar y desde ese día nunca más me fui. Tuve un proceso de liberación muy difícil y cuando me estaba poniendo firme, me dio cáncer por endometriosis, me querían sacar el útero, porque ya estaba avanzado. Fue difícil, pero sabía que Dios me iba a curar.
Un día me volvieron a internar, podía morir en cualquier momento. Tenía todo en contra, pero no me desanimé, seguí luchando. Yo le dije a Dios que no quería morir y Él me curó. La médica se desconcertó cuando vio que el cáncer había desaparecido”, finaliza Carmen.
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