El servicio de la Obra de Dios exige que sus siervos estén siempre fortalecidos para ganar almas y permanecer firmes contra los ataques del mal.
Uno de estos encuentros, realizado por el obispo Edir Macedo, enfatizó que la postura de quien es bautizado en el Espíritu Santo es diferente a la de las demás personas. “El hombre terrenal carga la imagen del mundo donde vivimos, que es dominado por el infierno. Cuando alguien nace del Espíritu Santo se vuelve una criatura celestial y eso es visto a través de su comportamiento, de su manera de ser, de las actitudes que toma en su casa, en el trabajo”, dijo.
Un ejemplo de los que muestran la imagen mundana, a pesar de estar en la iglesia e incluso ser obreros, son los que viven ansiosos y preocupados por alguna área de su vida. “La ansiedad es una desgracia, fruto de una maldita duda. Siempre que luché por algo con la fuerza de mi brazo, con preocupación, nada sucedía. Pero cuando dejaba de preocuparme, aquello golpeaba mi puerta. Nuestro objetivo es agradar a Dios y Él nos cuidará, si estamos viviendo en un cuerpo espiritual”, advirtió.
El obispo también llamó la atención sobre el hecho de que hay personas que, por haber conquistado en la vida económica, alcanzado la cura o un buen matrimonio creen que eso es una señal de espiritualidad. En realidad, es una triste ilusión. “Los milagros sucedieron en su vida por la fe en las promesas de Dios y no porque nació de Él. De la persona fluye lo que tiene dentro de sí. Si sale de ella lo que no sirve, es porque todavía tiene la naturaleza terrenal, la naturaleza de este mundo y necesita nacer de nuevo”, afirmó.
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