Es muy probable que usted ya conozca la escena de la película a continuación. Un padre y su hijo conversan después de una partido amistoso de básquet, en San Francisco, Estados Unidos. El hombre de raza negra, bigote, y cabellos que comienzan a ser blancos, traje negro y gastado, juega y conversa con el niño. En un momento, el hombre recuerda que estuvo por debajo del promedio en deportes cuando era joven, y le dijo a su hijo que no perdiera tiempo lanzando la pelota de básquet, porque él tampoco sería un gran jugador.
El pequeño niño escucha al adulto, concuerda y, de repente, deja la pelota a un costado. El brillo en sus ojos desaparece en cuestión de segundos y justo en ese momento el hombre se da cuenta lo que acababa de decir, entonces le dice: “Nunca dejes que alguien te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo. ¿Está bien? Si tienes un sueño, debes protegerlo. Si alguien no puede hacer algo, te dirá que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve tras ello. Punto”. Esta fue una de las lecciones más grandes que los dos aprendieron esa mañana de sábado.
La situación anterior le sucedió a Christopher Gardner, personaje de la película “En Búsqueda de la Felicidad” (2006), interpretada por Will Smith. El largometraje fue inspirado en la historia real de Gardner, que salió del fondo del pozo, abandonado por su esposa; se convirtió en un millonario corredor de la bolsa de valores después de mucho esfuerzo y determinación.
Esta es una escena de la película que llama la atención, y no es de extrañar, ya que muestra cómo otras personas pueden sabotear nuestros sueños. En ese momento, Gardner se dio cuenta que había apagado la luz de los ojos de la persona que más amaba en el mundo.
¿Cuántas veces alguien que a usted le agradaba, o no, también le ha hecho esto? ¿Ya se ha visto ante la situación en la que un familiar elogia un logro de alguien que no es de la familia, pero, cuando un pariente trata de “volar más alto”, el elogio se transforma en un “sé realista, eso no es para ti”? ¿Cuántos son los que sufren burlas de sus compañeros o amigos cuando comparte sus metas y sueños?
Identifique a las personas con conductas que pueden dificultar su jornada de éxito y aprenda a manejarlas.
El envidioso
No soporta ver su éxito. No lo considera importante a usted ni a sus conquistas, principalmente si usted ha logrado algo que él quiere. Quien tiene envidia, crea que no son pocos, piensa de la siguiente manera: “Si yo no lo logro, Él/ella tampoco puede conseguirlo”. En lugar de estar feliz o al menos admitir que usted mereció algo, él se muestra ofendido por su victoria.
El reprimido
Nunca realizó un concurso público y, por eso, siempre dice que “todo está arreglado”. No se esfuerza en los estudios, sino que asegura que los buenos alumnos son los “favoritos del profesor” (irónicamente, claro). Nunca logró reconocimiento profesional y piensa que el compañero que se destaca es un verdadero adulador. Si él no conquista algo, pareciera que nadie más puede hacerlo.
El egocéntrico
Pobre de usted si un día su salario es mayor que el de él. O si usted alcanza un ascenso. “No es posible. ¿Cómo lo consiguió?”, dice el egocéntrico. Nadie puede superarlo en nada, porque ya se convierte en el blanco de sus críticas, de su agresividad o incluso de su indiferencia fingida.
El “Tristón”
¿Quién no recuerda aquel dibujo animado de los estudios Hanna Barbera que vivía lamentándose y decía “Oh cielos, que horror, no lo lograremos Leoncio”, Incluso si no estaba sucediendo nada malo? Solo complicaba todo y atraía el fracaso por sus lamentos. En el dibujo original en inglés su nombre es “Hardy HarHar” siendo un juego de palabras de la palabra hard(difícil, en inglés). Hay muchos “Tristones o Hardies” a nuestro alrededor. Piensan tanto de forma negativa que no logran ver las oportunidades de la vida. Tampoco ven los buenos hechos de todos los días, pequeños o grandes y que nos dan más ánimo en la lucha diaria.
El “bien intencionado”
También se puede llamar “realista”. Él no quiere su mal. En realidad, quizás hasta sea alguien que lo quiera mucho. Pero, tal vez, por un complejo personal lo subestime. Es el padre o la madre que le dice a su hijo que no va a lograr algo, como en el caso de Gardner, de la película mencionada al principio de la película. El amigo que quiere “protegerlo del sufrimiento” y, sin darse cuenta, termina desanimándolo.
Usted mismo
¿Se ha sorprendido? El personaje de Gardner también quedó y se sintió ridículo cuando le aconsejó a su hijo que olvidara el básquet. ¿Cuántas veces subestimamos a alguien o dejamos de darle un incentivo? Tenga mucho cuidado, porque usted mismo, sin pensar, puede terminar siendo envidioso, egocéntrico, reprimido, “Tristón”, o “bien intencionado” en la vida de las personas a su alrededor.
Muchos talentos fueron sepultados después de oír palabras desalentadoras. Sin embargo, otros, continuaron en la práctica del segundo consejo, el bueno, que Gardner le dio a su hijo durante el partido de básquet. No escucharon a los que esperaban que fracasaran e hicieron que se tragaran lo que dijeron o pensaron.
Lo que sucede es que somos influenciables, para bien o para mal, en mayor o menor intensidad. No vivimos solos y no estamos libres del desánimo ajeno. Debemos aprovechar las buenas influencias y a las personas que realmente nos incentivan y enseñan a blindarnos de los que nos menosprecian por alguna razón.
Quién sabe, si se indigna en contra de los que le subestiman, puede probar con actitudes y resultados, no solo con palabras, cuán equivocados están. Quien le ha incentivado podrá ver su éxito y compartir con usted esa conquista. Quien ha intentado tirarle arena o agua fría, verá su victoria de lejos.
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