El Templo de Salomón de los tiempos bíblicos era un lugar en el que el pueblo buscaba el contacto con Dios. Por supuesto que Él estaba en todas partes, pero era en el Templo, así como en el antiguo Tabernáculo, que todos centraban toda su atención en Él, separados de la vida exterior, comprometidos en aquel momento por las oraciones y en la expiación de los pecados. Era un lugar que inspiraba respeto y reverencia al Altísimo.
El Templo de Salomón sustituyó al Tabernáculo. Básicamente, continuó la misma planificación dada por Dios a Moisés para la gran tienda. Tenía prácticamente el mismo mobiliario ceremonial y casi los mismos artefactos.
Así como en el original, el Templo de Salomón ubicado en San Pablo, Brasil; fue levantado para restaurar no solo ese contacto directo con Dios, sino también con la finalidad de rescatar el respeto para con la Santidad y la Casa de Dios. Se trata de un lugar sagrado donde toda la reverencia es dada a Él. Todos los elementos están representados en el lugar y tienen un propósito y un significado especial. Conozca algunos de los mismos.
La mesa de los panes o mesa de la proposición
Ese mueble se ubicaba a la derecha de quien entraba en el Santo Lugar. Con 12 panes ázimos apilados en dos columnas de seis, simbolizaba el alimento que viene de Dios, y el alimento espiritual de Su Palabra.
La menorá
O el candelabro de oro, además de servir para proporcionar luz, representaba la presencia de Dios en el lugar. Sus lámparas se abastecían con aceite (la unción de Dios en nuestras vidas). La luz de la menorá simboliza la fe o nuestra comunión con Dios, que necesita siempre permanecer encendida y nunca debe apagarse.
El Altar de Bronce o Altar de Sacrificios
Después de entrar al patio externo del Templo, estaba ubicado el altar en el que se sacrificaban los animales ofrendados a Dios. Solo podían sacrificarse animales en perfectas condiciones, generalmente los mejores de los rebaños. Quemados, producían humo que subía a los cielos como “olor grato” al Señor (Éxodo 29:25), simbolizando que la persona estaba limpia de sus pecados.
El “Mar de Bronce” o “Mar de Fundición”
El gran reservorio de agua estaba junto al altar de sacrificios. En su agua se lavaban los pecados, para la purificación de las impurezas (la sangre y cualquier otro residuo de los sacrificios de animales) de los sacerdotes antes de que ellos ministren dentro del Templo. El reservorio, redondo, estaba sobre doce bueyes esculpidos en bronce que, en grupos de tres, tenían sus cabezas orientadas hacia los cuatro puntos cardinales.
El velo
Separando el Santo Lugar del Santo de los Santos había una rica cortina con dos querubines bordados. Solamente el sumo sacerdote entraba a través de él para conversar directamente con Dios. El simbolismo del velo es fuerte: aunque sea un material frágil, la única cosa que impedía que otros sacerdotes entraran al Santo de los Santos era el respeto y el temor a Dios. También proporcionaba privacidad. A través de la oración que el sumo sacerdote llevaba, todos (el pueblo y los demás sacerdotes) tenían su acceso indirecto al Señor. Hoy, gracias al sacrificio supremo del Señor Jesús, tenemos acceso al Santo de los Santos, sin la necesidad de intermediarios (Marcos 15:37-39).
El Altar del Incienso
En el altar que estaba ubicado al final del Santo Lugar, se colocaban los inciensos de especias y otros perfumes, cuyos aromas dominaban la sala. Un símbolo de las súplicas, el “olor agradable” que sube a los cielos en dirección a Dios. Allí los sacerdotes dirigían sus súplicas y la del pueblo, ya que eran como intermediarios entre el pueblo y Dios.
El Arca de la Alianza
Después de muchos años habitando el Tabernáculo, el gran baúl dorado fue depositado en el Santo de los Santos del Templo. Solamente tocado por los sacerdotes y nunca por una persona común del pueblo, guardaba otros objetos sagrados, como las tablas de los Diez Mandamientos que Moisés había hecho orientado por Dios (la Palabra), un frasco con el maná que fue dado como alimento al pueblo en el desierto la primera vez (la provisión de Dios) y la vara de Aarón que floreció (el reconocimiento de Dios de la autoridad concedida a alguien). Sobre el Arca estaba el Propiciatorio, la tapa del baúl, como una tabla de mesa, con dos imágenes de querubines señalando sus alas hacia el centro. Entre esos ángeles, el sumo sacerdote debería focalizar la presencia de Dios, que hablaba con él (Éxodo 25:10-22).
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