“Si su libertad” en el camino al trabajo está restringida por comentarios sexuales, abusivos, amenazadores y, si los mismos hacen que usted se sienta un objeto y no un ser humano, pregunto, ¿de hecho eso es libertad?”
La pregunta es de la periodista Katy Watson, corresponsal de la BBC que ya ha vivido en Medio Oriente y en América Latina.
En un artículo publicado recientemente, ella afirma que, si bien la libertad de la mujer en países como Egipto y Arabia Saudita es limitada, los países latinoamericanos eliminan esta libertad de forma indirecta, casi siempre acosando a las muchachas en las calles y violándolas.
Por ejemplo, se denomina acoso callejero a las formas naturalizadas de acciones o palabras no deseadas que muchas mujeres padecen a diario. En Argentina, para la mayoría de los argentinos, se puede encuadrar bajo la figura del “piropo”, pero para los especialistas, hace tiempo que hay una delgada línea roja entre el piropo y el acoso que es importante que la sociedad, y sobre todo las mujeres, conozcan esos límites y cómo defenderse.
El piropo está inscripto en una frase o palabra construida con sagacidad, picardía y hasta cierta inocencia. En cambio el acoso callejero es un tipo de interacción focalizada con contenido alusivo a la sexualidad, cuyo ejercicio implica diferentes prácticas como silbidos, comentarios sexualmente explícitos, miradas fijas, cierre del paso, autoerotismo en público,exhibicionismo, manoseo, seguimiento, sonidos, ofensas verbales que se dirigen a las mujeres.
Un estudio del programa de Opinión Pública de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) detectó que el 72.4% de las mujeres encuestadas, desconocidos ya les han gritaron o silbado en el último tiempo. De ese total, el 59.2% manifestó haberse sentido “incómoda o intimidada”. Si bien el sentimiento de incomodidad es grande, el 76.2% de las mujeres manifestó no reaccionar ante el hecho, quizás por temor.
Ante esta situación, el 56% de las mujeres manifestó que si ve un grupo grande de hombres, cruza la calle y el 42.9% siente temor a la hora de caminar sola.
El escritor y conferencista Renato Cardoso afirma que este problema existe hace milenios, y recuerda el versículo bíblico en el que Job, marido y padre, comprende la importancia de vigilar las propias actitudes:
“Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?” (Job 31:1)
Renato Cardoso asegura que determinadas miradas alimentan pensamientos impuros y son una falta de respeto, porque hacen que el hombre vea a la mujer como un objeto de placer.
El valor de la mujer
La Universal actúa día a día para que el valor de la mujer se vea en cada actitud, tanto de hombres como de mujeres. En el trabajo educacional de los hombres, por ejemplo, el Proyecto Intellimen concientiza e incentiva el respeto.
Por otro lado, las mujeres, aprenden a valorarse en grupos como el Godllywood,creado especialmente con esa finalidad. La autora del libro “La Mujer V”, Cristiane Cardoso, recuerda que notar a una mujer es natural, “lo que no puede suceder es que permanezca mirándola fijamente y deseándola. Esto sí es una falta de respeto”. Y la advertencia para las mujeres es: “Usted ya llama la atención solo por el hecho de ser mujer. Cuando viste prendas de ropa apretadas, cortas, transparentes y escotadas, está llamando otro tipo de atención, la atención sexual, que le falta el respeto y le da la imagen de ser una mujer ‘fácil’, aunque usted no lo sea.”
Comparta esta noticia en sus redes sociales y ayúdenos a concientizar cada vez a más personas.
[related_posts limit=”17″]