Lo que muchos hombres dicen no refleja lo que son por dentro y no está de acuerdo con sus acciones, esto es una incoherencia con lo que significa hombría
Lamentablemente, no son pocos los hombres que dicen lo que no concuerda con sus actitudes, y esto no es una actitud exclusiva masculina. Los motivos son los más variados: la persona puede querer llamar la atención, sacar ventaja, tener vergüenza de lo que hace o piensa y, por eso, defiende verbalmente otra posición, puede querer agradar a otras personas o mentir para lograr algo, ser impulsivo al hablar, entre otros. Luego de reflexionar, puede darse cuenta de que estaba equivocado, pero no querer asumir el error, algo no muy atípico en la convivencia de todos.
No entrarían aquí tantos otros motivos además de este, pero todos tienen algo en común: las consecuencias, muchas de ellas difíciles de solucionar. Por ejemplo, al hombre que dice una cosa y hace otra no se lo respeta. Es visible que es incongruente e incluso mentiroso.
Hay políticos que juran ser la persona más honesta del mundo, pero son comprobadamente corruptos y corruptores. Al convencer a las personas de que prioricen sus palabras en lugar de los hechos, esta incoherencia pasa a lastimar a toda la sociedad.
El hombre incoherente no actúa exclusivamente en las esferas políticas, a pesar de que abundan en esta área. Está el marido que dice que ama a su mujer y no le es fiel ni a su propia sombra; el padre que obliga a su hijo a comportarse, pero se muestra violento ante él, una actitud que imitará en el futuro; el patrón que les dice a sus empleados que son su «familia», pero los explota disimuladamente; el empleado que dice «vestir la camiseta de la empresa», pero simula horas extras para ganar más; el líder espiritual que vive hablando de Dios, pero está de manos dadas con el diablo; entre otros ejemplos. Todos esos hombres son personas que, aisladamente o en grupo, hacen que el mundo esté cada día peor.
De dónde viene la firmeza
La persona es lo que hace, no solo lo que piensa o dice. El hombre inteligente mantiene su palabra, su pensamiento y sus actitudes alineadas, independientemente de sus objetivos o de lo que piensan los demás a su alrededor. No actúa de acuerdo con quien está cerca o de acuerdo con el momento que vive. No teme ser rechazado por no abandonar sus principios y valores. Y esta firmeza en su pensamiento, en su hablar y en su actuar correcto solo el Espíritu Santo es capaz de proporcionarle. El que tiene al Espíritu Santo no duda ni titubea frente a otras personas o ante situaciones adversas. Después de todo, en las Sagradas Escrituras, el propio Señor Jesús decretó: «Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura», Marcos 16:15.
Así surge la necesidad de la sintonía entre el pensamiento, el habla y el accionar: El Mesías aconseja proclamar el Evangelio con la Palabra, pero, sobre todo, con la coherencia entre lo que dice y lo que se hace. Si el hombre no hace lo que predica, el que escucha tiende a desacreditarlo, y con toda razón.
Hablando del Señor Jesús, Él resumió la cuestión de la coherencia que siempre tuvo: «Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede», Mateo 5:37. Está clara la fuente del mal porque, a fin de cuentas, ¿qué es la incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace si no una gran mentira? Y todos sabemos quién es su padre.